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Hay personas que funcionan de acuerdo a la Luna. Su humor depende de la fase en que se encuentre el único satélite natural de la Tierra.
Un día están alegres con una sonrisa de oreja a oreja y los dientes más pelados que una mazorca de maíz; al día siguiente vienen con una cara más amarrada que un bejuco de río y más ácida que una maracuya.
El lunático llega a su casa o al trabajo sin hablarle a nadie. El resto de la humanidad debe adivinar que está en uno de sus días de crisis.
Lo mejor que se puede hacer con este tipo de personas es ignorarlas, porque contaminan el ambiente. Lo más aconsejable es esperar que cambie la fase de la Luna, para que el lunático vuelva a su normalidad, aunque sea por algunos días.
Lo peor de todo, es que el lunático piensa que el resto de las personas constituyen el problema, cuando él mismo es el problema. ¡En fin cada loco con su tema! |
