La Universidad de Panamá ha sido históricamente un patrimonio educativo al servicio de los sectores populares, en ella se forjaron hombres y mujeres que dieron lo mejor de sí a la Nación panameña, y nunca antes, pese a las dificultades que surgían en el desempeño de su noble y altruista misión, se vio tan afectado como hoy con un paro de labores que dura casi un mes.
¿Intransigencia?, ¿politiquería?, ¿falta de recursos económicos? Lo más lamentable es que el cruce de acusaciones entre los administrativos, los altos estamentos de la Casa de Méndez Pereira, la Contraloría y el MEF, ni siquiera permiten a la comunidad conocer en realidad qué es lo que está sucediendo, mientras se deteriora aún más el prestigio de la única universidad estatal, y el gran conglomerado estudiantil que se sirve de sus aulas y de sus enseñanzas, ve postergadas sus aspiraciones a disfrutar de una educación. ¿Qué pobre en este país agobiado por el desempleo podrá ingresar este año a una universidad privada, donde un semestre cuesta arriba de los B/.500.00 promedio?
¿Cómo es posible que conociendo la Rectoría el destino de unos fondos, éstos sean asignados a otros renglones, sin una consulta previa? Una sola respuesta podría explicar lo que ocurre en la Universidad de Panamá: La cultura del juega vivo y la politiquería han asaltado otro bastión de moral, ética y buenas costumbres que nos quedaba a los panameños. |