MENSAJE
Abramos bien los ojos
- Hermano Pablo
- Costa Mesa, California
Se oía la respiración
de la noche... Al cruzar una calle, sentí que alguien... se acercaba...
Intenté correr. No pude... Antes de que pudiese defenderme, sentí
la punta de un cuchillo en mi espalda, y una voz dulce:-No se mueva, señor,
o se lo entierro.
-¿Qué quieres?
-Sus ojos, señor comentó la voz suave, casi apenada.
-¿Mis ojos? ¿Para qué te servirán mis ojos?
Mira, aquí tengo un poco de dinero... No vayas a matarme.
-No tenga miedo, señor. No lo mataré. Nada más voy
a sacarle los ojos.
-Pero, ¿Para qué quieres mis ojos?
-Es un capricho de mi novia. Quiere un ramito de ojos azules. Y por aquí
hay pocos que los tengan.
-Mis ojos no te sirven. No son azules, sino amarillos.
-Ay, señor, no quiera engañarme. Bien sé que los
tiene azules.
-No se le sacan a un cristiano los ojos así. Te daré otra
cosa.
-No se haga el remilgoso me dijo con dureza-. Dé la vuelta.
"Me volví. Era (un hombre) pequeño y frágil.
El sombrero de palma le cubría medio rostro. Sostenía con
el brazo derecho un machete de campo, que brillaba con la luz de la luna.
-Alúmbrese la cara.
"Encendí (un fósforo) y me acerqué la llama
al rostro. El resplandor me hizo entrecerrar los ojos. El apartó
mis párpados con mano firme...y me contempló intensamente...
-¿Ya te convenciste? No los tengo azules.
"... tirándome de la manga, me ordenó:
-Arrodíllese.
"Me hinqué. Con una mano me (agarró) por los cabellos,
echándome la cabeza hacia atrás. Se inclinó sobre mí,
curioso y tenso, mientras el machete descendía lentamente hasta rozar
mis párpados. Cerré los ojos.
-Abralos bien- ordenó.
"Abrí los ojos. La llamita me quemaba las pestañas.
Me soltó de improviso.
-Pues no son azules, señor. Dispense.
"Y desapareció".
A este impresionante cuento Octavio Paz le puso el inocente título
"El ramo azul". Lo que más nos impresiona de la magistral
narración del premio Nobel mexicano es la naturalidad con que actúan
el apenado maleante -¡como si fuera lo más normal del mundo
el acto macabro que se propone cometer!- y su víctima, que pudiera
ser cualquiera de nosotros.
Aunque para muchos sea igual de difícil concebirlo, de igual manera
nos acecha Satanás, en la oscuridad de nuestros momentos más
vulnerables. Lo hace con el fin de sacarnos los ojos espirituales, para
que ya no pongamos la mira en Dios sino en las cosas perecederas de este
mundo. Más vale que abramos bien los ojos.


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