FAMILIA
¿Qué papel juegan
las mujeres en relación al SIDA?
Arabia de Crismatt
A pesar de que se habla de
la liberación femenina, en el plano sexual aún son muchos
los tabúes que se mantienen. Es muy frecuente ver en nuestros pueblos
el temor, efectivo en la mujer, de tan sólo insinuar al hombre el
uso del condón.
Estamos hablando de dos aristas del mismo problema: SIDA y reproducción
del mal vs Medidas conservatorias.
En el caso de la joven que está teniendo sus primeras relaciones
sexuales, por lo general con alguien experimentado, decimos que vale la
exigencia de protección mutua, puesto que él puede ser portador
del HIV, aunque parezca estar sano.
Un momento de placer podría llevar a la mujer a la tumba. No se
debe temer que él se vaya; si lo hace es porque tal vez no la amaba.
La mujer madura, profesional o no profesional, soltera, viuda, divorciada,
casada, que tiene un "manejo" mayor de su vida, no sólo
profesional, sino también de su sexualidad, comete el mismo error
de la mujer inexperta si no exige preservativo al momento de sostener relaciones
íntimas con una pareja.
El HIV no tiene preferencias; está en hombres y mujeres, blancos
y negros, ricos y pobres, jóvenes y viejos. No le importa a qué
religión se pertenece ni qué preferencias sexual se tiene.
Es como un pulpo con largos y múltiples brazos que atraen hacia la
muerte.
En el caso de las trabajadoras del sexo, estamos en presencia de un fenómeno
dobles: el ser víctimas y victimarias, confluyendo indistintamente.
Las hay de todo tipo, elegantes y refinadas, dolorosas a perfumes costosos,
que se mueven en altas esferas. Estaríamos, pues, ante un contagio
de altura, sarcásticamente hablando.
Pero existe otro grupo de ellas, cuyo sustento se limita al cliente que
pudra encontrarse en las noches de trabajo en las calles. Esas a las que
persigue la policía, y los periódicos sensacionalistas promueven;
las de bares y cantinas, cuyo radio de contagio e infección es mucho
más amplio.
Hemos hablado con estas últimas para saber qué piensan
acerca del SIDA y cómo las ha afectado en lo particular. Una de ellas
nos contestó: "Yo soy positiva y siempre trato de cuidar a mis
clientes. Por supuesto, ellos no saben lo que tengo; ellos pagan y exigen,
y muchos no quieren usar el preservativo. Hago todo lo posible para que
lo usen, pero se niegan. Ellos se corren el riesgo. Si les digo lo que tengo,
se acabaría mi trabajo, y tengo que comer, pagar el cuarto y alimentar
a mis hijos; el Gobierno no hace nada para ayudarnos. ¿Cómo
nos van a prohibir trabajar? ¿De qué viviríamos? ¿Clientes?
De todo tipo, inclusive hombres que vienen del interior a traer legumbres,
hombres casados y con hijos, que luego van a infectar a sus esposas".
Finalmente, ¿Qué papel juega la esposa? ¿De qué
manera le podría decir a su esposo: "debes usar un condón,
puesto que no confío en tu fidelidad?" Muchos hombres, en un
machismo mal entendido, van a la conquista de otras mujeres teniendo un
hogar constituido.
Es realmente urgente hablar sobre el SIDA en la pareja, a tal punto de
llegar a dilucidar sobre el mantener la unión conyugal o la vida
de una de las partes.


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