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TEMAS DE ACTUALIDAD
Cristiano de cuna
Belisario Herrera A.
Abogado y periodista
No tuve la fortuna de terminar mis estudios en el Colegio La Salle de esta ciudad, donde mi madre me matriculó, que por la gracia de Dios aún vive a la avanzada edad de ochenta y siete años, pero fueron suficientes los tres años de primaria para que recibiera una dosis fundamental de moral, aparte de la instrucción que impartían los Hermanos Cristianos, imprimiéndole una fuerte dosis de responsabilidad y disciplina a sus alumnos. Luciendo mi vestido azul-marino hice mi Primera Comunión, llevando en el ojal la imagen de San Juan Bautista. Con gusto me desempeñé como sacristán y cuantas veces se realizaban los oficios por algún difunto recibía el permiso para asistir, ya que la Iglesia de San Francisco permanecía a pocos pasos, donde aún se mantiene y el antiguo Colegio La Salle es el que ha sido trasladado. Atribuyo mis firmes bases morales que mediante mis estudios que concluí en las escuelas y colegios públicos y a los que culminé como abogado, todos en forma accidental, unos por razones económicas y otros a mi participación activa en la lucha reivindicativa, se entremezclaron y ejercieron profunda influencia las desigualdades sociales que al paso de los años fui observando y sufriendo en carne propia. Esto último salta a mi memoria, luego de las palabras muy certeras que ha expresado el Arzobispo Reverendísimo Dimas Cedeño, que para que a nadie le haga falta el pan es preciso que "aprendamos a compartirlo". A esas palabras del jefe de la Iglesia Católica de Panamá, estimo que serán acompañadas de un papel más activo de la Iglesia, ya que una clase poderosa en nuestro país, representada en políticos de viejo cuño está pegada del oro y de cuantos bienes mal habidos mantiene, sin sentir la mínima conmiseración por los pobres. Creo que en esas manos santísimas del Arzobispo Dimas Cedeño de la cuales recibí en Navidad, junto a mi esposa, "la sangre y cuerpo de Cristo" deben influir para guiar para quien a la mayoría de nuestro pueblo que profesa la religión Católica para alcanzar junto a otras fuerzas sociales de suficiente prestigio, sin sectarismo, un nivel más decoroso, ya que una clase económica sin Dios ni Ley en nuestro país, no está dispuesta por las buenas a repartir el pan con la exhortación que le acaba de hacer el Arzobispo en estos días navideños. Urge, en mi opinión, que ese reparto debe hacerse en paz y sin trauma cuanto antes, antes de que se produzca en nuestro país una explosión social.
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