Un tanto de Danilo Ikodinovic, a un minuto para el final, le dio el título mundial a la selección de Serbia y Montenegro, que se tomó la revancha de la derrota olímpica en Atenas a manos de Hungría y ganó por 8-7.
En un partido igualadísimo, el equipo de Petar Porobic, sacó provecho de una exclusión del húngaro Molnar a 1.33 para marcar el definitivo 8-7 y reconquistar un título que no conseguía desde el año 1991, cuando la entonces Yugoslavia fue campeona en Perth (Australia).