Bailar es un buen estímulo para fomentar el deseo sexual; entre otras cosas, porque se libera testosterona, además de fortalecer los músculos del abdomen, la pelvis y los muslos; lo que hace que las relaciones sexuales resulten más satisfactorias al poder practicar más posturas y tener mayor control sobre el orgasmo.
Al parecer, el movimiento rítmico de nuestro cuerpo al bailar nos hace deseables al sexo opuesto e incrementa el deseo sexual.
Desde siempre existen algunos bailes por excelencia que incrementan la creatividad sexual, por ejemplo, el erotismo del tango, un baile que nacía a finales del siglo XIX en los puertos de Buenos Aires y en los prostíbulos frecuentados por emigrantes. De ahí que se considere no sólo erótico, sino también nostálgico. Hasta el punto que en 1910 el Gobierno argentino lo prohibió porque lo consideraba inmoral; sin embargo, se popularizó en Europa y América. Finalmente, París se convirtió en la ciudad del tango y de ahí a los salones de baile de la alta sociedad.
Otro de los ritmos que inspira a las personas es la salsa, la bachata y el bolero.