Evelyn se entretiene cosiendo almohadones donde se gana uno o dos dólares, mientras espera la ayuda de quienes le ofrezcan su mano para conseguir las cosas de aseo personal, la ropa interior, las toallas sanitarias y la ropa que cada día tienen que utilizar. En Panamá no tiene quién le dé la mano, porque no conoce a nadie.
A pesar que en ese centro femenino tienen la oportunidad de salir al patio, no es lo mismo que la libertad. Aquí se pierde todo, desde las cosas que se alcanzan en la vida hasta las amistades. Lo único es que siempre estará allí esperando el retorno con sus hijos.