Estamos a un paso de iniciar un nuevo gobierno y los panameños seguimos consumiendo la politiquería como si fueran los "tres golpes del día".
"De política ya estoy cansado, hasta en la sopa me encuentro con los todavía candidatos". Para colmo, los nuevos también traen su paquete de corrupción bajo el brazo", son frases que he escuchado en boca de ciertos ciudadanos sobre el panorama político actual.
La ciudadanía espera ya una actitud más responsable y directa en atender los problemas que agravan el buen desarrollo del Istmo. Los panameños también desean formar parte de estos grupos, con las mismas oportunidades. Piden únicamente que los nuevos gobernantes lo hagan con orden y no sigan la línea de desaciertos que otros mandatos han ocasionado en su momento.
Este pedido no es de hoy y menos es el agua tibia descubierta, pero las casualidades de la vida hacen que las actuaciones negativas de otros funcionarios gubernamentales ocasionen desconfianza.
Se aboga por una mejor administración de la cosa pública, donde la claridad en el proceso premie las decisiones al respaldo del diálogo inteligente entre pueblo y gobierno.
Sólo se espera que la clase política maneje alternativas propias y no que traiga de fuera el proselitismo enervante de otras latitudes.
Ojalá que las "chanchullerías" sean parte del pasado y los casos sean menos porque el pueblo aparte de hambre y sed también tiene temor. Los votantes aspiran a tener respuestas y no promesas incumplidas.
�Hasta cuándo se verán los resultados? Paciencia y humor es lo que le sobra a este pueblo nuestro . El panameño es de buen corazón, no es extremista, pero tampoco tiene por qué vivir siempre del mismo cuento. Panamá merece puestos de trabajo para ganarse el pan honradamente, sin luchas civiles y revoluciones personalizadas.
Así que a los administradores gubernamentales lo que debe interesarles es trabajar más que politiquear con el pueblo aguantador de discursos.
