No sé cuando las manos cariñosas y perturbadoras de algunos adultos, tendrán el tacto para darse cuenta, que muy poquitos niños gustan de la escuela con pasión. Para la mayoría de los "pelaos", el asistir a una feria del libro como la reciente en ATLAPA, es un escape oportuno y mágico.
Sería lógico entonces recibirlos con diversiones adecuadas y comidas. Pero jamás con la tortura cometida con unos inocentes indiecitos de primaria a quienes mantenían sentados en el suelo, aburridos y más tristes que monitos recién enjaulados, escuchando a un maestro leer en alta voz, me imagino que cuentos de hadas infames y de reyes malvados, con pasajes de un mundo falso y totalmente extraño para ellos.
Es por eso que, cuando quiten al deplorable ministro de Educación (Ex cabo de las Fuerzas de Defensa), propondré a los "buseros" imponer mediante un descomunal paro nacional, que en el país los niños más grandes relaten a los pequeños aventuras ciertas o inventadas que resultarán más interesantes que los cuentos escritos para niños bobos.
�Cuántas proezas sexuales, de trabajo y de ríos crecidos no se creyó usted cuando era pelaíto?, cuentos que mantenían a uno con atención imperturbable y �motivado!. Que sepan que el lobo y la caperucita no llenan las expectativas de los "pelaos".
Cuando pequeño, yo prefería que la dulce maestra que atendía cuarto, quinto y sexto grado en Capira, nos relatara episodios de Fuente Ovejuna, que uno de aquellos cuentos con que torturaron a los niños en la Feria del Libro.
La Feria estuvo muy buena. Al único que le compré libros fue al solitario cubículo de República Dominicana, porque el señor que atendía se conocía los argumentos de los escritores quisquellanos al pie de la letra, desde el novelista Freddy AguasViva, Crítica en Líneas hasta el literato Silvio Torres Saillant.