REFLECTOR
Cheíto" Pérez
Cheíto" Pérez
es un man que se gana la vida como empleado público en uno de los
ministerios de Toro-man, pero como el buay no terminó la escuela,
el político que lo ayudó, sólo pudo conseguirle un
humilde trabajito de mensajero donde ganaba una miseria.
Pero eso sí, el paciero, pese a que tenía mujer de asiento
y dos "comearroces", era un man echao palante cuando se trataba
de levantar alguna hembrita o darle duro al vidrio, por lo que no era raro
verlo los fines de semana por las cantinas del Mercado Público, bajando
pinta con sus amigotes y lacalaqueando con alguna ave pálida del
lugar para gozar a crédito de sus caricias.
El man era, como dice la Biblia, "oscuridad en la casa y luz en
la calle", al punto que tenía a su mujer de asiento y sus pelaos
saltando garrocha, todo para gastarse la plata en guaro y pescao con patacones,
porque eso sí tenía el tipo que era menso "paganini"
con sus compañeras de farra.
Norberta, que así se llama la mujer del paciero, pese a que había
contribuido con tres pelaos en el último censo, todavía se
veía muy bien, ya que tiene un cuerpo macizo, carnes apretadas, unos
senos generosos y tremendo botaporoto que era la admiración de los
manes del vecindario, que en más de una ocasión le lanzaban
unos piropos más rojizos que un ají picante.
Algunas veces entretenido con sus aves pálidas y el guaro, "Cheíto"
se quedaba hasta tarde en la cantina y cuando volvía en la madrugada
estaban las pailas volteadas pata pa' rriba como en huelga de hambre, pero
que va papá a eso el man le importaba un comino, ya que venía
harto en cerveza y poco le importaba si su bella mujercita o los pequeñines
se habían llenado el buche.
Hermano, pero cuando es así, Norberta le armaba tremendo escándalo
y lo sacaba del cuarto, teniendo que ir el hombre a dormir junto a Negrón,
un perro tinaquero que también lo tiene saltando garrocha y es más
escuálido y feo que una lagartija.
Ya la guial le había advertido que ella no era trapo de fogón
y que por allí había manes que darían gustosos el sueldo
de la quincena por una noche de amor con ella, a lo que Cheíto no
le daba importancia, porque él juraba que su sufrida mujercita le
iba a ser fiel hasta la muerte y que la prueba era que pese a la mala vida
que le daba y que le aguantaba todas sus marrumancias, nunca lo había
denunciado en la corregiduría.
Pero como dicen por allí, no hay mal que dure cien años
ni cuerpo que lo resista, la pelá empezó a fijarse en un buay
que siempre la piropeaba, pero a diferencia de los malandros, éste
era un interiorano trabajador y que vivía con su mamá y su
hermana. Norberta averiguó con las vecinas bochinchosas, que se llamaba
Mario y trabajaba en una empresa privada donde ganaba un buen billete como
oficinista, además se enteró que el buay era divorciado, porque
su primera mujer le salió mala al punto que durante mucho tiempo
el pobre Mario andaba con dos gigantescos cuernos que no lo dejaban caminar.
Pero gracias a Dios todo eso quedó atrás, el man había
rehecho su vida y estaba buscando mujer de asiento, no importaba que fuera
negra, blanca, con hijos, sin hijos, etc., sólo que le cocinara y
tratara bien y que no lo pasara por la parrilla.
Lo cierto es que no se sabe ni cómo ni cuándo, pero Norberta
y Mario empezaron a salir, primero discretamente para no darle que hablar
a las vecinas bochinchosas y luego fueron estrechando más sus relaciones
hasta jurarse amor eterno, todo con el consentimiento de los hijos que estaban
aburridos de tener un papá irresponsable y querían un padrastro
que sí los resolviera.
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Pero eso sí, el paciero, pese a que tenía mujer de asiento
y dos "comearroces", era un man echao palante cuando se trataba
de levantar alguna hembrita o darle duro al vidrio, por lo que no era raro
verlo los fines de semana por las cantinas del Mercado Público, bajando
pinta con sus amigotes y lacalaqueando con alguna ave pálida del
lugar para gozar a crédito de sus caricias. |
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