Martes 16 de febrero de 1999

 








 

 


EDITORIAL
Chabacanería en el Carnaval

Los medio de comunicación del país hicieron ayer encuestas telefónicas sobre la promoción televisiva de la fiesta del rey Momo. Ellos fueron las emisoras K.W. Continente de la capital y Radio Reforma de Chitré, en lo que el público radio oyente exteriorizó su disgusto y censuró a las televisoras por proyectar imágenes de mal gusto de la fiesta carnestolenda en la región de Azuero.

Evidentemente, la Junta Nacional de Censura y otras autoridades pertinentes hicieron caso omiso de la advertencia de la Iglesia y las fuerzas vivas de la región que señalaron el peligro de volver a repetir escenas que atentan contra la moral y las buenas costumbres del pueblo panameño.

A los Ministros de Educación, Gobierno y Justicia y de la Familia, les cabe una gran responsabilidad por este atentado contra la salud moral de nuestro pueblo. El silencio cómplice de mostrar la parte negativa del Carnaval en Azuero ha recibido la censura y repulsa general porque las autoridades se han mostrado indiferentes en lo que es la chabacanería, algo que contrasta con la vistosa discreción del Carnaval del Río de Janeiro que también se pasa en un canal de televisión local.

Por mucho años, los carnavales en Azuero alcanzaron relevancia nacional, sin que la televisión tuviera algo que ver con las citadas fiestas. Sin embargo, elementos mal intencionados llevaron las costumbres de la capital y otros puntos del país hacia esos lares, logrando que los carnavales perdieran su identidad. Ahora lo carnavales han perdido el brillo y esplendor por más avance tecnológico que se hayan introducido a las transmisiones vía antenas parabólicas. El carnaval es una caricatura de lo que fue en antaño y la serperntina, antifaces, y mascaradas son una mueca lamentable, que una fiesta que debiera ser inyección al turismo sus organizadores la hayan tirado por la borda.

Los Carnavales del Milenio pasaron con más pena que gloria y solo nos queda el consuelo de evocar los fastuosos carnavales de la Victoria, en 1946; de la Concordia, 1949; y de Oro, 1959. Se impone que la autoridades de Azuero le den a conocer a las televisoras las reglas del juego de decencia y moral, si quieren seguir transmitiendo esos evento, ya que son más las cosas buenas que malas que hay en esta fiesta popular. Y en la capital, que cada año acusa más decadencia, tendrá que cesar la improvisación de las roscas que siguen teniendo un gran monopolio en materia artística.

Las opiniones emitidas en radio K .W. Continente y Radio Reforma, deben servir de lección y mensaje al gobierno para que cambie tanto funcionario indolente.



 

 

 



 

AYER GRAFICO
Cuando el Domingo de Carnaval era el día dedicado a la exaltación de la Pollera


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, orino en la calle


OPINIONES




 

 

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