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Camine, pero no contamine

Hermano Pablo | Reverendo

La gran Ciudad de México, como todas las grandes capitales del mundo, ha padecido del problema de niebla tóxica o smog. Una nube pesada, espesa, tóxica, formada de humo, gases de la carburación de los autos, emanaciones de alcantarillas y chimeneas se ha cernido continuamente sobre la ciudad como si fuera el abrazo letal de la muerte química.

Hace varios años, una fábrica de zapatos, aprovechando la circunstancia, invitó a la gente a usar menos su auto y más sus piernas con el fin de evitar el uso excesivo de motores. La frase publicitaria que empleó fue: "Camine, pero no contamine."

Lo cierto es que el sentido de esta frase podríamos también aplicarlo a otras muchas actividades de la gente que si bien no producen neblina y smog, sí producen la contaminación del alma y del espíritu, lo cual resulta peor. Por ejemplo, �qué tal si les decimos a los filósofos materialistas y ateos que con sus ideas disgregantes contaminan la mente de la juventud en los colegios: "Filosofe, pero no contamine"?

�Qué si le decimos al amante apasionado, que cree tener derecho a ser más conquistador que Don Juan, "Ame sanamente, pero no contamine"? �Qué si le decimos al escritor de novelas obscenas, cuya literatura es un fuego que quema la inocencia de jóvenes y señoritas, "Escriba, pero no contamine"?

�Qué si le decimos al fanático religioso que cree que su religión es la única verdadera, y se muestra intolerante e intransigente con las ideas de los demás: "Adore, según su conciencia le dicte que debe adorar, pero no contamine la fe sencilla de los demás cristianos"? �Qué si le decimos a la vecina muy conversadora que se mete con todos los prójimos: "Converse, si le gusta, pero no contamine las relaciones humanas con sus chismes y maledicencias"?

El ser humano contamina todo lo que toca. El pecado es algo que contagia hasta con la mirada. Pero en Cristo, y por Cristo, con su sangre preciosa y con la ayuda de su Espíritu Santo, podemos vivir completamente limpios de toda contaminación de la naturaleza humana y del espíritu, y ser limpios y justos y sanos para irradiar sólo justicia.



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