En la Noche de Navidad, nos colocaremos una vez más ante el pesebre para contemplar, maravillados, al "Verbo hecho carne".
Pero la pregunta es: la humanidad de nuestro tiempo, ¿espera todavía a un Salvador?
Da la impresión que muchos consideran que Dios es extraño a sus propios intereses. Aparentemente no tienen necesidad de Él, viven como si no existiera y, peor aún, como si fuera un "obstáculo" que hay que quitar de en medio para poder realizarse.
Y, sin embargo, a pesar de sus contradicciones, angustias y dramas, y quizá a causa de éstos, la humanidad de hoy busca un camino de renovación, de salvación, busca un Salvador y espera, en ocasiones inconscientemente, la llegada del Señor que renueva al mundo y nuestra vida, la llegada de Cristo, el único Redentor verdadero del hombre y de todo el hombre.
Es verdad, falsos profetas siguen proponiendo una salvación "barata", que acaba siempre por provocar duras decepciones. Precisamente la historia de los últimos cincuenta años demuestra esta búsqueda de un Salvador "barato" y pone de manifiesto todas las desilusiones que se han derivado de ello. Nosotros, los cristianos, tenemos la tarea de difundir, con el testimonio de la vida, la verdad de la Navidad, que Cristo trae a todo hombre y mujer de buena voluntad.
Que el Niño Jesús, al nacer entre nosotros, no nos encuentre distraídos o dedicados simplemente a decorar de luces nuestras casas. Decoremos más bien en nuestro espíritu y en nuestras familias una digna morada en la que Él se sienta acogido con fe y amor.
Con estos sentimientos, os quiero expresar a todos mis más sentidas felicitaciones por una santa y feliz Navidad, recordando en particular a quienes se encuentran en dificultad o sufren en el cuerpo y en el espíritu. ¡Feliz Navidad a todos vosotros!