Tuve la oportunidad de apreciar la pelea del peleador panameño Miguel Callist con el prospecto argentino Marcos René Maidana y luego de los tres asaltos que vi, considero que el pana se equivocó. Hizo una mala pelea.
La refriega tuvo un ritmo lento desde su inicio, pero ya en el segundo round, el panameño golpeaba con claridad la parte media del argentino, causando muchas molestias.
Sin embargo, el joven gaucho es un guerrero. De esos que no se amilanan, y va para adelante con todo.
Maidana perdió el segundo round con claridad, pero en el tercero, vino a la guerra y Callist lo dejó entrar en la pelea que el argentino quería hacer.
Quedó visible que la experiencia de Callist lo traicionó. Faltando apenas siete segundos para que sonara la campana, decretando la finalización de ese round, no pudo ni siquiera amarrar, mucho menos moverse de lugar, se quedó en las cuerdas, metió una buena mano, pero vino la respuesta sólida y la ráfaga.
Al referee Enzo Monetro no le quedó más nada que detener las acciones.
No hay duda que la pelea fue bien parada, porque Callist ya no tenía nada. No cayó, pero era evidente que ya no podía seguir peleando.
REFLEXIONES
Luego de esta derrota, el panameño debe sentarse a hablar con su apoderado y su entrenador, para ver que futuro tiene en el boxeo.
No hay duda que será sacado de las clasificaciones mundiales de los pesos súper ligeros de la AMB, pero puede volver.
A sus 31 años su futuro no es prometedor, porque el tiempo y la edad, es el peor enemigo de los boxeadores, pero tiene que reflexionar y decidir que hacer con su carrera.
No soy yo quien debe decirle que se retire, porque en realidad llegó preparado para esta pelea, pero se equivocó y la pagó muy caro esta vez.
Se que la ilusión y el sueño de Callist es llegar a ponerse una corona mundial, pero ahora sus objetivos han quedado más lejos que antes de esta pelea.
Es hora de sacar cuentas y de esta derrota aprender, para adquirir más experiencia y quizás volver a las clasificaciones mundiales y ver que pasa. La división de las 140 es dura, pero no hay nada imposible.