Tres hombres jóvenes, potenciales víctimas del "caníbal de Rotenburgo", fueron interrogados ayer lunes a puertas cerradas por la corte de Kassel (centro) que enjuicia al especialista en computadoras Armin Meiwes, de 42 años, en un caso de antropofagia sin precedentes en la historia judicial de Alemania.
Los jueces interrogaron a un telefonista de 28 años, que quería ser decapitado, y a un estudiante de 25 que respondieron a los avisos colocados en internet por Meiwes buscando "hombres que quisieran ser devorados".
También prestó testimonio ante la corte un homosexual de 25 años, amigo de Meiwes desde hace año y medio, a quien describió como un hombre "afable, solícito y alegre" y de quien no sabía en absoluto que tuviera inclinaciones canibalísticas.
El telefonista, un hombre corpulento, se presentó en el juzgado con la cabeza cubierta por un chal y declaró ante los magistrados que había respondido al aviso dándose a conocer como más delgado, lo cual había desagradado a Meiwes.
El caníbal confesó haber matado en su casa de Rotenburgo al ingeniero berlinés Bernd Juergen Brandes, de 43 años, a quien seccionó y asó su pene en una sartén para comérselo juntos, en la noche del 10 de marzo de 2000, antes de degollarlo, descuartizarlo y conservar sus partes anatómicas para ingerirlas posteriormente.
El acto fue filmado íntegramente en cintas de vídeo caseras que fueron exhibidas ante la corte sin presencia de público. Ante la conmoción de los magistrados, el caníbal declaró que él y Brandes se sintieron un poco frustrados después de comerse el órgano sexual de éste último, porque pese a haberlo condimentado con sal, pimienta y ajo no sabía tan bien como se habían imaginado originalmente.
Meiwes admitió asimismo ante los jueces que después de la muerte de Brandes buscaba nuevas víctimas, porque la carne humana que tenía en el congelador se le estaba terminando.
Agregó, sin embargo, en su confesión que cuando conoció personalmente al telefonista éste no le gustaba porque era demasiado gordo.
Entretanto, el tribunal considera asimismo la posibilidad de condenar al "caníbal de Rotenburgo" por el delito "de homicidio a pedido" como reclama la defensa, en lugar de "asesinato", lo que implicaría una sentencia leve, de solamente cinco años de prisión, y no una pena máxima de 15 años, como reclama el fiscal. |