Argentina fue uno de los países que aplicó radicalmente las fórmulas de los organismos financieros internacionales y hoy está viviendo la bancarrota. El país de Borges y Sábato se metió en una aventura neoliberal sin preparar una salida, por si fracasaba el sistema.
Su situación amenaza el orden constitucional, con revueltas callejeras, muertos y heridos, inestabilidad y un Fondo Monetario Internacional que dice, si te conocí, no me acuerdo.
Estos pasos de Argentina se ven reflejados en países como Venezuela y Chile, quienes están ya sufriendo los efectos pesados de la globalización. En Panamá, durante la administración anterior, se aplicó este modelo con los resultados que hoy estamos viviendo y que se traducen en el empobrecimiento, ya no solamente de los sectores marginados, si no de las propias capas medias.
La entrega de los recursos productivos al sector privado no han generado rebajas en los servicios públicos ni han atraído la inversión extranjera, ni han aumentado el empleo.
Nadie podrá negar que vamos camino a la mundialización, lo que es criticable es que los gobiernos se lancen a aplicar medidas sin estar preparados sus pueblos y haber podido reconvertir sus economías. |