Algunos panameños recuerdan como si fuera ayer el sonido de las metrallas y la bombas que caían el 20 de diciembre de 1989 sobre el cuartel central de las Fuerzas de Defensa. Son 16 años vividos sin régimen militar. Muchos tienen una historia diferente que contar.
La invasión norteamericana hace recordar muchas cosas: muertos, dictadura, saqueos, caos, toque de queda, en fin, un sinnúmero de situaciones vividas por todos los panameños vistas desde el prisma familiar.
No hay que negar que haber recuperado la libertad tuvo un costo de vidas muy importante, cifra que desafortunadamente aún se mantiene en un verdadero secreto. Tampoco hay que negar que, en ese período histórico, los nacionales han escogido a tres presidentes de manera democrática, coincidentalmente promoviendo la alternabilidad del poder político.
Diciembre de 1989 se convirtió en el mes cero. Hubo que fortalecer las estructuras de una democracia incipiente que a penas abría sus ojos y que hoy puede ver con claridad un panorama lleno de progreso, pintado con el esfuerzo de todos los panameños que aprietan con el puño una nación llamada Panamá.
La época de la dictadura quedó en el pasado. Ahora los problemas fundamentales son el desempleo y la corrupción que impera en el sector oficial y en el resto de la sociedad.
Las relaciones con Estados Unidos son diferentes a las imperantes antes de la invasión. La cordialidad parece ser la tónica ahora, al punto que hace poco estuvo en el país el presidente George Bush, cuyo padre ordenó la invasión de hace 16 años.
A pesar de los avances, por siempre el 20 de diciembre será una fecha triste para aquellos que perdieron a un ser querido en los sucesos que se dieron en 1989.