Cuando el diario Crítica tituló que la apariencia del ex dictador Saddam Hussein era la de un piedrero, tal vez fue la mejor descripción para alguien que vivió en costosos castillos, en la opulencia y bajo la mentira de ser el redentor de Irak y del mundo musulmán.
Estos anti valores que se esconden en falsas ideologías en defensa de los pobres, represión y muertes para crear el pánico dentro de sus pueblos.
Luchan por el poder a través del crimen selectivo y masivo, jamás han conocido el bien y lo que es el desprendimiento entre sus semejantes, pero es un antinorteamericano que vive tratando es esconder su furia y odio contra quienes dice representar.
Su vida es la del mundo de los cortesanos y sicarios y su final es como el de las ratas que se esconden dentro de los caños. Usan la droga y los sedantes para resistir el miedo a todo, a pesar de que en vida aterrorizan a sus semejantes,
Jamás son capaces de enfrentar y hacer un acto de heroísmo ante sus enemigos, más bien se rinden, se entregan y no realizan la resistencia, dejando en frustración a sus seguidores locales y los de otros países.
Podemos describir el perfil de los tiranos, que parecieran que al ver en un espejo se repulsan por ver el rostro de los cobardes. Su personalidad es la de un mediocre y al llegar al poder se convierten en tiranos.
Este señor del Medio Oriente que causó muertes masivamente, debe ser un ejemplo cuando se le apliquen las leyes de los derechos humanos y ojalá que el mundo pueda darse cuenta que estos hombres que ambicionan el poder y su permanencia, no tienen razón de ser deben desaparecer a precio, inclusive del apoyo de otras naciones.
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