Fui dulce al principio. La chica me gustaba tanto que hice todo lo que pude para captar su atención. Le regalé cositas bonitas, salíamos a comer y hasta ya me había presentado con su familia, pero la ironía de la vida fue que conocí a otra, a quien le he dado de todo, pero hoy día debo decirles que no tengo a nadie. Me he quedado solo por andar de "picaflor".
La narración anterior fue descrita por un joven que está pasando por un mal momento. Dice que su actuación lo ha dejado tirado en la calle y con una mala fama de mujeriego que no se la quita nadie.
Casos como el anterior ocurren a diario en Panamá. La historias siempre son parecidas al principio, sin embargo, el final es lo que cambia. Algunas terminan en violencia que hasta culminan con la vida de los involucrados, en otros casos la segunda novia queda embarazada, a pesar de existir planes de matrimonio y en otras ocasiones las chicas se vengan del muchacho de la manera más tonta: se acuestan con hombres para dar celos. En esta última pierde mucho la chica.
Ser un buen novio es atender siempre de la misma forma a su chica. Lo que uno regale no marca la diferencia, pues en el momento de flaqueza económica es donde se valora el amor, tal como ocurre en el matrimonio.
Los malos novios tienen a sus chicas para salir de fin de semana en fin de semana, pero durante los días hábiles andan haciendo de las suyas en los bares, pensiones y en push bottom acostándose con todo objeto que se mueva y parezca mujer.
Un mal novio no llama para los días se semana, pero se acuerda el viernes que su novia existe.
Un mal novio no comprende cuando su novia tiene responsabilidad laboral o académica que le impide salir a la playa a pasear.
La persona que desea ser un buen novio, debe ser primero un gran amigo y después todo lo demás.