Vivir de la agricultura no resulta sencillo; las leyes de la oferta y la demanda que regulan los precios agrarios a escala mundial, con un exceso de oferta frente a la demanda de la sociedad con capacidad de compra, que hace que los precios tiendan a bajar, salvo cuando se producen periodos de escasez.
Los gobiernos de los países con mayor capacidad económica, bonifican las actividades agrícolas, de manera que se asegure la calidad de vida de las zonas rurales, pero no hay que olvidar que esto se financia vía los impuestos que paga toda la sociedad.
Por otra parte, el consumo de energía en las actividades agrícolas se encuentra penalizado como consecuencia de las continuas subidas de los precios de los productos derivados del petróleo, lo que significa un encarecimiento de los costes de producción, que, tarde o temprano, afectaran al mercado mundial de alimentos.
Los agricultores, que desean que se mantengan sus beneficios a pesar de los costes crecientes de las materias primas que necesitan, presionan a los gobiernos, para que se incrementen las ayudas, y organizan "bloqueos" que afectan a los ciudadanos de todos los sectores económicos, los mismos que tendrán que pagar, con sus impuestos, cualquier bonificación que reciban los agricultores.
Lógicamente el conjunto de la Sociedad se beneficia de la actividad agraria, ya que el agricultor es el guardián del medio ambiente, pero también hay que pensar que el agricultor puede hacer algo para ahorrar combustible.
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