Los jubilados como cualquier otro grupo están en todo su derecho de aspirar a mejores condiciones de vida. De ahí, que nadie puede estar en contra de que reclamen el aumento a sus jubilaciones. No obstante, su intransigencia ya está causando malestar en todos los que nos vemos afectados con sus acciones.
El señor Eladio Fernández ha tomado esta bandera del aumento a los jubilados para jorobarle la vida a miles de panameños que nos vemos afectados con los cierres de calles. Y lo peor, es que detrás de sus acciones hay un interés de deteriorar la imagen del gobierno, por cuanto que no da muestras de querer llegar a un acuerdo. Todo lo contrario, cada vez que sale a la palestra pública, lo hace para plantear propuestas más onerosas.
La bandera de los jubilados ha convertido a Eladio Fernández en un súper héroe de televisión, que sin ningún rubor irrespeta, reta y amenaza al Presidente de la República de paralizar la ciudad de Panamá si no cumplen sus exigencias. Y no conforme con el dolor de cabeza que ya tiene el gobierno con buscar el dinero para hacer efectivo el aumento, ahora también exige pavo y jamón para todos los jubilados.
Los jubilados no pueden seguir abusando de su condición de personas adultas para afectar a terceros, porque nadie se atreve a tocarlos. Ninguna autoridad quiere cargar con el muerto de lo que pueda pasar si se da la orden de obligarlos a que se retiren de las calles. Y es que, en las condiciones de estos señores, fácilmente pueden sufrir un accidente o morirse del susto.
La realidad es que este país ya no aguanta tantos cierres de calles. Ya es tiempo que los panameños comencemos a ensayar otras formas de protestar, para evitar afectar a terceros que nada tienen que ver con las causas de dichas protestas y mucho menos con las soluciones. Tenemos que comenzar a entender que el respeto al derecho ajeno es la paz. Y cada vez que se dan estos tranques, se dan enfrentamientos entre los que protestan y los afectados.
El autor es presidente de la Fundación La Voz de Arraiján