En Panamá hay personas que se dedican a difundir rumores de toda índole. Viven para eso. Aprovechan cualquier medio de comunicación y circunstancia para crear preocupación y zozobra.
Ahora con la facilidad con que se emiten mensajes por teléfonos celulares, BlackBerrys o correos electrónicos, los alarmistas han cobrado una beligerancia inusitada.
Tienen la capacidad de llegar a muchas más personas y su poder de alarmar se ha quintuplicado. La verdad es que en momentos en que ocurren tragedias en el país, estos malos panameños intensifican su trabajo desinformador.
Las inundaciones en Panamá Este, Colón y el resto del país son un ejemplo palpable de esto. Por ejemplo, ayer corrió como pólvora la especie de que la Hidroeléctrica de Bayano había colapsado y que la vida de todas las personas que habitan en sus riberas estaba en peligro.
Esto creó un casos que sumó un problema adicional a las autoridades que enfrentan la tragedia de las inundaciones.
Las autoridades y los medios de comunicación social tuvieron que intensificar su trabajo para calmar a las personas que habitan en esa área y a los que tienen familiares allá.
Todo porque unos inescrupulosos se dedicaron a mandar información errónea sobre una tragedia que ha causado ya 10 muertos y centenares de afectados.
A la ciudadanía se le recuerda que en circunstancias como estas, solo deben prestar atención a lo que dicen las autoridades y sus voceros. Hacerse eco de comentarios e informaciones erróneas, en nada ayudan a controlar la situación.
Por la salud de todos, los desinformadores deben cesar en su actitud de difundir sus rumores. Es lo menos que esperan sus hermanos panameños afectados por la inclemencia de la naturaleza y el resto de los ciudadanos de este país.