REFLEXIONES
"Mentiras verdaderas"
Carlos Christian Sánchez C.
Relacionista Internacional
La bandera de Barras y Estrellas ondea todavía sobre el Fuerte Clayton. Temprano, unos soldados de edad juvenil se preparan para sus ejercicios matutinos. Quizás los últimos que harán en tierra panameña. Mientras el sol salía por el Este, el movimiento en la gloriosa base norteamericana aumentaba; empero, no es como lo era antes, hace cinco años atrás. Miles de soldados y civiles de la tierra norteña vivían en las hoy desoladas veredas aledañas a la instalación extranjera. Pero, como el mundo da tantas vueltas, puede cambiar esa situación. El gobierno de la señora Mireya Moscoso, aparentemente presionado por los "lobbies" de empresarios locales y extranjeros, los políticos conservadores de sus filas partidistas, los viejos senadores radicales del Congreso norteamericano y los Halcones del Pentágono, parece haber sido convencido para lograr un acuerdo secreto sobre custodia de aguas y cielos del Istmo de Panamá, en la continua lucha contra el narcotráfico. El pacto, ocultado a la opinión pública nacional, pretende extender la influencia militar estadounidense sobre la base de la cooperación de "asesores" o "técnicos" en vigilancia naval y aérea, que custodien el movimiento de naves sospechosas, por las inmediaciones del Istmo de Panamá. Varias bases estratégicas serían colocadas en el territorio panameño, en lugares cercanos a las entradas del Canal Interoceánico, dando entender un objetivo militar diferente al de la lucha contra las drogas. Sin embargo, lo que más molesta, no es ese intento de la Diplomacia norteamericana por lograr un acuerdo estratégico con Panamá, sino la forma como el gobierno arnulfista pretendía evitar la divulgación de las negociaciones del pacto secreto. Tanto se afanaban en decir que la pasada administración gubernamental del P.R.D., ocultaba la existencia del borrador de un "Centro Multilateral Antidrogas" (o C.M.A.), y ahora nos vienen con esta sorpresa humillante. La Soberanía panameña es el pilar fundamental que garantizará la vigencia del Tratado de Neutralidad Permanente, en el cual nuestro país garantiza el paso libre de barcos por el Canal Interoceánico, sin que prevalezcan los intereses políticos de otros Estados. ¿Qué demostramos a la Comunidad Internacional con la actitud chabacana de los diplomáticos y políticos panameños que intentaban ocultar negociaciones sobre un nuevo "C.M.A.", un "Muerto Resucitado" gracias a los entreguistas con mentalidad subordinada por el dólar? Recordemos que los enemigos de Washington pueden ser los enemigos de Panamá, sino mantenemos los objetivos fundamentales dentro de la Política Exterior de nuestro país. Pero existe el problema de que el gobierno arnulfista "no parece tener una Política Exterior fija en sus relaciones con el mundo foráneo". Por desgracia, como suele suceder cada cinco años en este país atrasado, aquí se cambia el personal experto en Relaciones Internacionales, para colocar a los mejores amigos del Mandatario de turno. La Guerra contra las Drogas se ha vuelto el nuevo proyecto intervencionista que los políticos conservadores en Washington, pretenden aplicar para la América Latina. Acabada la Guerra Fría, la prioridad de terminar con el trasiego de narcóticos hacia los Estados Unidos, se ha transformado en un "objetivo de Seguridad Nacional" para los gobiernos estadounidenses. Bill Clinton ha sido enfático en resaltar el aporte de las naciones latinoamericanas en esforzarse, por detener el tráfico de drogas hacia la frontera estadounidense. Pero, contrario a este reconocimiento, como si fuera una moneda con dos caras opuestas, sale cada año una malograda "Certificación del Departamento de Estado", en donde se "evalúa" a todos los países del Hemisferio Occidental, por su papel en parar el narcotráfico. Coincidentemente con la aparición del tema del nuevo "C.M.A.", varias publicaciones en el exterior, mencionan a Panamá como uno de los países que menos ayuda en detener el flujo de las drogas hacia Estados Unidos. Es como si nosotros fuéramos culpables porque los jóvenes gringos se "vuelan" con el "crack", sin saber los grandes diplomáticos de Washington que es responsabilidad de ellos, y de los padres de esas pobres criaturas, que la droga dañe el metabolismo de sus ciudadanos.
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