MENSAJE
Cincuenta días de concierto
Hermano Pablo
David Scott, joven pianista inglés, se sentó al piano. Hizo correr sus manos sobre el teclado en rápidos movimientos, probando cada una de las teclas. Luego arrancó con una melodía popular de agradable tono. Las diversas personas que lo observaban sonrieron, miraron sus relojes y sus calendarios, y cambiaron señas de inteligencia. David Scott estaba iniciando un concierto de piano que habría de prolongarse por cincuenta días cabales, más dieciocho horas: récord mundial. En ese largo lapso, David tocó por lo menos tres mil doscientas piezas musicales, y recaudó cincuenta mil dólares para obras de beneficencia. Buena es la gente que piensa en los demás más que en sí misma. Buena es la gente que también se dedica a la música, porque la música pone alas al espíritu y hace amigos a los hombres y hermana a los pueblos. David Scott tocó cada día un promedio de veinte horas, dándose apenas cuatro horas para tomarse un descanso y comer algo ligero. Sus dedos oprimieron las teclas millones de veces, las melodías llenaron el aire, y el público espectador fue renovándose continuamente a lo largo de los cincuenta días, dejando satisfecho sus donativos a las obras de beneficencia. ¡Qué lindo sería que en el mundo entero se repitieran conciertos de esta clase! Conciertos de piano, conciertos de violín. Conciertos de arpa y guitarra, conciertos de tambores y bombos. Conciertos clásicos, conciertos de música ligera, conciertos folclóricos, conciertos de música sagrada. Lamentablemente en la actualidad son otros los conciertos que predominan. Conciertos de insultos y de amenazas. Conciertos de gritos y de gemidos. Conciertos de bombas, de balazos y de ayes de agonía. ¿Cómo sería posible cambiar de un concierto a otro? Cambiando las intenciones y disposiciones del corazón, cambiando el alma y el espíritu; sobre todo, cambiando de maestro y señor, cambiando de dueño de la vida e inspirador de la conducta. En pocas palabras, esto se logra cambiando del diablo a Jesucristo. Porque cuando Jesucristo entra en nuestro corazón, la música cambia, el concierto de nuestra vida se hace diferente. Sólo Cristo puede cambiar el tono y la melodía de nuestra vida y nuestro hogar, para que sólo produzca música del cielo.
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