TEMAS DE ACTUALIDAD
Aclaración necesaria
Dr. César Quintero Sánchez
(Médico)
Desde los tiempos de Maquiavelo (1469-1527) se ha reconocido que los gobernantes nunca deberían tomar decisiones que beneficien a las grandes mayorías, porque validado ahora por la teoría de la Democracia Moderna de Arrow y Sen (1968), se postula que los grupos poderosos organizados harán pagar un alto costo político a quienes se atrevan a semejante desatino. Sólo que los eruditos iluminados, quizás más allá del bien y el mal (Nietzche, 1886) no logran internalizar probablemente por propia conveniencia, que ahora se cuentan los votos y que más de la mitad de nuestro pueblo vive en condiciones de pobreza. En consecuencia después de cualquier gobierno que enriquezca a unos pocos, sólo queda la soledad electoral. El problema fundamental de nuestros tiempos es que como dice el profesor Jované, "al trasladar los principios del mercado y la concepción neoliberal cuyo criterio básico es enriquecerse, al interior de los gobiernos", se distorsiona su premisa básica que ha de ser el bienestar de las grandes mayorías, creándose por ende inseguridades en todas las esferas de la vida. Esto ha ocurrido porque los agoreros de la globalización y la seudolibre competencia, pretenden que el Estado renuncie a su deber ineludible de garantizar a todos sus ciudadanos comida, salud, trabajo, vivienda, educación y recreación, todo lastimosamente en beneficio de los viejos y nuevos dueños de los medios de producción o del capital acumulado en forma inexplicada. Una posible explicación es que es precisamente aquí donde los mortales nos equivocamos en forma reiterada y no logramos definir los alcances de nuestras decisiones desde los puestos de poder, pues en la mayoría de los casos, confundimos los límites del bien común con la conveniencia para nuestros propios intereses o los de nuestros parientes sanguíneos, corporales, grupales o políticos. Debo declarar que me siento decepcionado y triste ante la postura irracional de prepotencia obstinada, que algunos personajes que desgraciadamente poseen la fuerza y la personalidad para hacerlo, continúan realizando en nuestro país a través de su capacidad de lesionar física y económicamente a aquellos que de alguna manera ellos perciben, piensan, expresan reflexiones, actúan o no comparten sus particulares estilos de vida. Ojalá y sepamos aprovechar las oportunidades del nuevo milenio, para construir una nueva sociedad panameña, donde se juzgue al hombre por lo que verdaderamente es y no por vanas y estériles influencias, sino por lo que se tiene en el alma y el cerebro. Para eso quizás tendrá que ocurrir un terremoto en el Istmo, evento que haga obligatoria la reconstrucción del 80 por ciento de nuestra nación como vaticinan algunos expertos, pero ahora sobre cimientos de honestidad, justicia y lealtad y valor que atrevernos a vivir de acuerdo a lo que creemos. No vaya a ser que comencemos a pensar de acuerdo a como vivimos.
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