La tragedia automovilística del pasado 23 de octubre, tiene varios calificativos, entre ellos: Negligencia, irresponsabilidad, ausencia de autoridad, lucro.
NEGLIGENCIA
Todo vehículo destinado al transporte público, sea colectivo, selectivo o colegial, debe contar con un riguroso programa de mantenimiento preventivo. Es evidente que el bus 8B-06 no recibió ese servicio, debido a la negligencia de los encargados.
IRRESPONSABILIDAD
El conductor del referido transporte exhibió una sorprendente irresponsabilidad, ya que habiendo tenido conocimiento 'a priori' del desperfecto que acusaba la unidad que conducía, fue extremadamente indiferente a esta realidad, hasta que sobrevino la desgracia que hoy todo Panamá lamenta y comenta.
AUSENCIA DE AUTORIDAD
Asombra, enfurece y a muchos les dan ganas de convertirse en verdugos de los principales responsables de esta triste tragedia, como lo son: la A.T.T.T., SINAPROC, los bomberos, CANATRA, y todos los que, como autoridad pertinente, tienen la obligación de ver con la compra, la seguridad, circulación, mantenimiento y manejo de todos los vehículos destinados al transporte de vidas humanas.
LUCRO
Llegamos al meollo del asunto...¡EL MALDITO DINERO!... ese mal necesario por el cual la humanidad - los panameños incluidos - hasta matan por conseguir, solo que aquí, en Panamá, las coimas y los 'juega vivos' (¿cero corrupción?) son el gran mal en que ha aflorado el transporte público y su tenebrosa legión de "Rápidos y Furiosos"... una casta de hombres - y algunas damas - (llamados transportistas) a quienes la vida de los usuarios, y público en general, no vale un real (me corrijo, 'no vale sebo'), o como lo plantea Scott, "...El dinero ha aniquilado más almas que el hierro cuerpos...".
¡Au Revoir!