A inicios del gobierno de la "Patria Nueva" se creó la Secretaría de Metas de Gestión, una instancia que exigía a los altos cargos rendir cuentas de su gestión y de esa forma cumplir los planes establecido para el período 2004-2009.
En un principio se pregonó la intención de que los ministros presentaran periódicamente su visión y misión dentro de la burocracia gubernamental.
Ahora, con la renuncia del encargado de ese despacho, se pone al descubierto que, más que todo, la creación de esa instancia formaba parte de los aspectos publicitarios a los que recurre todo gobierno cuando arranca su gestión.
De las palabras de Ebrahim Asvat se concluye que nadie cumplía con la remisión de informes y otras exigencias propias que fundamentaba la creación de la Secretaría de Metas. Sucedió algo parecido que con el llamado Zar Anticorrupción, sobre el cual se crearon grandes expectativas y al cabo de pocas semanas, el encargado renunció.
Los gobiernos no pueden andar creando instituciones a la bulla de los cocos, que luego quedan como instituciones decorativas. Si se establece un nuevo organismo, debe existir el compromiso de la administración pública de cumplir lo que señala esa nueva entidad.
El medir el rendimiento de los Ministros no era una idea mala. En toda organización es saludable fijar objetivos y controlar que éstos se cumplan, de lo contrario se estarían fabricando castillos en el aire, se elaborarían extensos documentos prometiendo el cielo y la tierra y al final no se cumple nada.
Quizás uno de los problemas básicos de la Secretaría de Metas fue que se designó en el cargo a una figura que no era parte del principal partido en el poder y por ende, los ministros no le paraban bola. Ojalá que el esfuerzo para verificar que los altos cargos cumplan con los planes trazados no se pierda y que al nuevo Secretario de Metas, le atiendan sus requerimientos, de lo contrario, sería una perdida de tiempo.