Algunos padres de familia que viven en El Chorrillo temen salir a sus puestos de trabajo o mandar a su pequeño a la tienda por temor a que una ‘bala loca’ los mande para el hospital o la tumba.
Otros le han tenido que prohibir a sus hijos salir a jugar al cuadro de fútbol, donde varios infantes han salido heridos con arma de fuego.
Y es que los grupos armados en ese corregimiento no tienen hora para apretar el gatillo contra su rival, pero con mal tino que perjudican a inocentes.
Lamentablemente las balas no conocen a nadie y en ocasiones salen lastimados personas humildes que no tienen nada que ver con los problemas de los pandilleros.
EL PUÑAL Y LA BALAS
Si las balaceras se siguen registrando a cada rato, los heridos por arma blanca no escampan.
La víctima más reciente fue un menor de 16 años, quien fue herido con arma blanca en la mano izquierda en la Calle 23.
El menor fue atendido por los médicos del Cuarto de Urgencias del Hospital Santo Tomás, donde ingresó el jueves aproximadamente a las 8: 30 p.m.
Los motivos que puso en peligro su vida se desconocían al momento de redactar esta nota.
VICTIMAS
Una de las últimas víctimas fatales en El Chorrillo se registró al culminar un desfile donde participaban diferentes colegios y bandas independientes, el 16 de noviembre.
En esa ocasión, el que había sido herido de gravedad en la Calle 21, en los predios de Patio Pinel, fue Enrique Alvarado González, de 24 años.
El hoy occiso, que residía en los edificios Centenario, de la Avenida B, corregimiento de Santa Ana, recibió un tiro en la clavícula.
Los doctores dictaminaron su muerte en el Hospital Santo Tomás.
Ese fue el segundo asesinato en lo que va del mes de la patria, en el corregimiento de El Chorrillo.
El primero se registró el 1 de noviembre, cuando Osvaldo Crosby Archibold Molina, de 35 años, recibió 11 disparos en diferentes partes del cuerpo, en la Calle 25.
BARRIO DE SORDOS Y MUDOS
Algunos residentes que prefirieron reservar sus nombres, manifestaron que las unidades de la Policía Nacional llegan al lugar de los hechos, pero no detienen a los responsables.
Ellos aseguran que a muchos lugareños que son testigos de esos incidentes violentos, les da miedo hablar, lo que dificulta el trabajo de las autoridades.
Otros están tomando la decisión de mudarse para otro corregimiento o para el interior del país, donde la paz reine y no corran peligro sus vidas.
En tanto, los que se quedan allí por diferentes motivos, están solicitando a "gritos" rondas policiales y allanamientos para que encuentren evidencias.
PELIGRO EN LA MIRA
Una de las personas que no tiene miedo para hablar con las autoridades, es Héctor Ávila. Su vida ha estado en peligro en varias ocasiones, pero afortunadamente vive para denunciarlo.