El oficialismo ha propuesto para el cargo del Contralor a un abogado que forma parte del círculo de amigos del jefe del Ejecutivo. Sin entrar a discutir los méritos y capacidades del postulado, frente a los hechos que vive el país, no parece adecuado que una figura tan cercana al presidente de turno ocupe esa posición.
El actual Contralor salió de las filas del Partido Arnulfista. Era el fiscal de ese colectivo. Hoy, cuando el gobierno que lo postuló ha dejado el poder, salen a relucir situaciones como el manejo de las partidas secretas y otros aspectos, que la Contraloría debió advertir con anticipación.
El gobierno ha prometido un manejo transparente de la cosa pública, pero no se envía un mensaje en sintonía con el discurso, cuando se promueve a figuras tan cercanas al poder a un cargo de tanta importancia como la Contraloría.
Los panameños reclaman para contralor a un funcionario que reúna un perfil similar a figuras como Rubén Darío Carles, que se paraba firme para frenar cualquier gasto que consideraba innecesario.
Recordemos que una de las principales funciones de un Contralor es fiscalizar que todo se ejecute correctamente y diga no se puede cuando en realidad así sea. No es posible que un Mandatario como Martín Torrijos, que controla la Asamblea Legislativa, tenga a su favor un aliado como Contralor.
Es peligroso para la salud de su administración que este puesto sea ocupado por alguien cercano, empezando porque su discurso de campaña advertía que situaciones irregulares serían sometidas al enjuiciamiento minucioso del pueblo.
Señor presidente, tómelo como un consejo, piense en el paso que su gobierno está a punto de dar. Analice en dos columnas las ventajas y desventajas. Créanos que descubrirá más puntos negativos que positivos.