Hay gente que siempre quiere comerse el helado solito. Ellos no invitan a nadie porque siempre han querido figurar ante los ojos de la sociedad como los más inteligentes del mundo y las caras que más venden.
En el mundo de la farándula suele ocurrir a grande escala, no obstante, en lo que mal llamamos farándula local, existen personas que quieren aparecer hasta en la sopa. No creen en eso del cambio generacional, ni muchos menos aceptan que su turno al bate ya pasó.
No es por elogiar a los hermanos Dely Valdés, pero ellos anunciaron a tiempo y dentro del mayor respeto su retiro de la selección nacional de fútbol porque sienten que ya han dado lo mejor y que hay figuras que están destacándose. Esto es saludable y digno de admirar que existan personas que reconozcan esta etapa en sus vidas.
El ejemplo contrario ocurre cuando algunas personas ligadas a la pantalla chica se resisten aceptar que las arrugas les anuncian que su imagen ya no vende ni están para aparecer cada 30 minutos en un anuncio comercial.
Hay que reconocer que en su momento fueron figuras que atraían a una tele audiencia, pero eso ya es historia. En este mundo de la imagen en movimiento han nacido nuevas fichas con mucho talento que pueden ser las nuevas caras de cualquier programa o de cualquier comercial.
No es personal, ni mucho menos dirigido a alguien en particular. Lo que pretendemos es aterrizar en la mente de esas personas (ellas o ellos saben quiénes son) para que digan: hey, me retiro de las pantallas para estar detrás de cámara, coordinando, dirigiendo y produciendo programas de la misma calidad como los que estaban acostumbrados a realizar en sus mejores tiempos.
Al leer este escrito, ojalá estos ciudadanos o ciudadanas analicen su vida profesional y se pregunten si en realidad hay que hacer un alto o es que no desean darle chance a nadie porque se creen mejores.