Este pueblo lo que quiere es sangre, dije en voz alta. Me refería a los deseos de muchos panameños por ver en la "chirona" (cárcel) a por lo menos uno o dos monos(as) gordos(as) por corrupción.
Yo mismo anhelo ver a esos bellacos que se aprovecharon del cargo público para enriquecerse, con "esposas" en las manos.
No creo que esos países centroamericanos son más correctos y valientes que Panamá.
Tengo que dudar que la ley se puede aplicar en esos países a los bellacos y en Panamá no.
Estoy seguro que cuando queden presos algunos corruptos(as) se mandará un mensaje alto y claro a los demás funcionarios. No paga utilizar el poder para llenarse de plata. De esta manera se estaría impulsando los valores cívicos y morales en nuestra patria, algo que hace mucha falta aquí.
Como sociólogo he dicho muchas veces que a la cárcel solamente van los "hijos de la cocinera". El chombito que se robó una cartera o un televisor, va a dar con sus huesos a prisión.
Pero aquel millonario que se hurtó miles y miles de balboas, buscará toda la influencia posible para que no le hagan algo.
Allí tiene usted como "un botón" a ciertos diputados acusados de recibir sobornos. Todo quedó en "borrón y bellaquería nueva".
Me gustaría, que me explicaran la "macalusia" que hizo aquel funcionario, quien antes de entrar al gobierno vivía en un sencillo departamento.
Cuando terminó "la papa" tiene tremenda mansión, autos, cuenta bancaria y otros lujos.
Al hablar de sangre una colega perredista que escuchaba me refutó. Dijo que el pueblo lo que desea es "justicia" y no sangre.
Le expliqué que esa palabra sangre era figurativa, ya que en Panamá no hay pena de muerte. También le indiqué que no se trataba de venganza o persecución contra opositores políticos. Es tiempo que vayan a la cárcel los corruptos de la democracia, que como un cáncer están decepcionando al pueblo.
Por eso votaron masivamente por un PRD ligado a la dictadura perversa que tanto daño nos hizo. Sangre o justicia, realmente no importan las palabras. Sencillamente que vayan a la cárcel los corruptos... o al menor uno, ¡por favor!