Un robot en medio del tranque
Había visto de todo. Gente vendiendo naranjas, mafás, churros o sodas, pero nunca a alguien vestido de robot en medio del tranque del atardecer caminando como Sir Tripio, aquel robot de la "Guerra de las Galaxias".
Cuando aparecieron los malabaristas por la avenida, me pareció un espectáculo que muchos disfrutaban gratis, porque el 98% de las personas no le daban ni un solo centavo.
Camino a casa, con mis dos retoños a bordo, antes de llegar al puente de Villa Cáceres que conduce a la vía Centenario, vi una luz intensa frente al auto hasta que al final logré divisar. ¡Hey!, miren eso. Es un robot, le dije a mis hijas.
El personaje se movía como Robocob. Caminó al lado de 10 ó 15 autos y, mientras lo hacía, tenía un letrero electrónico en movimiento que decía: "Cualquier apoyo es bueno". Al ratito se quitó el casco, me imagino que era para poder respirar y enseñó su rostro para descansar.
A mis hijas les dio miedo darle algo de dinero cuando bajé la ventana, pero en medio de sus cuestionamientos les dije que ese era un hombre inteligente que estaba realizando todo lo que estaba a su alcance para llevar dinero a casa y dar de comer a sus hijas.
El sujeto, no sé si es coterráneo o extranjero, hizo su vestido con protectores solares para auto de color plateado. Debió invertir un par de dólares.
El robot, los malabaristas, los lanza llamas y otro montón de personas que se ganan la vida en los tranques forman parte del mundo de los que no tiene acceso a nada. Ellos explotan su talento por unas monedas y a veces por nada.
Según la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), existen actualmente más de 1.000 millones de personas hambrientas, casi una sexta parte de la humanidad. En esta estadística está nuestro robot.
En nuestra América Latina existen 53 millones de personas con hambre, pero no sólo eso la cifra ha aumentado en un 12, 8% con respecto al año anterior.
Las conferencias contra la pobreza me causan risa. "Vamos a acabar con el hambre", así terminan las declaraciones, pero si contabilizáramos lo que se gastan en comida y logística, tal vez hubiera menos hambrientos en el mundo.