Catón en el foro romano con fino y elocuente discurso, Solón arengando en las calles a las multitudes en bullicio abarrotado con locuciones de profundo contenido social, tendientes a dotar al pueblo de nueva Carta Magna, fundamentada en los brillantes propósitos, delegatorios de amplios principios de integración humana, plenamente democráticos. Tornando en un solo haz al hombre de la calle ateniense; estrategas ejemplares del pasado lejano, ya fenecido, cuyas lecciones sedientas de justicia, vibran aún, con clamores de angustias y gritos de nostalgia, queriendo sacarlos de sus tumbas, insinuando consultar de los labios ya sellados y con tentador sigilo, el secreto que no cambia de actualidad, porque tampoco trastoca la proyección de esencia consagrada de coraje y rebeldía. Nada de ello hemos aprendido aquí, nada pasa y nada queda, embuidos en eterno conjunto vacío carente de elementos y de promesas sin retorno; aquéllos con apelativos de líderes "supuestos", permanecen sepultados en denso aluvión de desprecios, sin el más leve deseo de ayudar, buscando el voto en tiempo de campaña a como dé lugar y luego desapareciendo en pujante carrera de campeón olímpico, rumbo a sus escondites, para aparecer el próximo lustro con la misma jugada. Pero el pueblo olvidadizo y somnoliento de vez en cuando les dispara un pase de factura, en este caso, como pinchazo de abeja asesina, interrumpiéndoles la entrada al hemiciclo legislativo; ellos construyeron el columpio que los llevó arriba, pero desgraciadamente la ley de Newton admite revocatoria, sufriendo el castigo de un traspiés en la cuerda floja, aquí error y vacío son hermanos inseparables.
La democracia radical, nutriente auténtico de nuestras esperanzas, operando como un grande libro abierto, acogiendo todos los reclamos, en dirección hacia las rectificaciones sin desengaños, recibiendo sin dar excusas todas las inclinaciones que surgen del venturoso pensamiento humano. Ella debe obrar como defensora de las multitudes agotadas en estado de acelerados desfallecimientos. No comulgo con la existencia de dos grupos políticos en menguadas y repetitivas monotonías, como en círculos viciosos incoloros y sosos; esa no es consulta en accionada generación de fuerza; dejando a los nutridos grupos indefinidos por fuera, como parias perdidos, desprovistos de tutores.
Esto constituye un insulto a: Lincoln, Martí, también a Bolívar, ellos confiaban en la fuerza motivadora de la palabra, activada por la pasión de concepciones excelsas y de ideales en fogosa fecundidad. ¿Qué hacemos los no aliados en los libros de las facciones en contienda? Nada. Convidados de piedra sin voz ni voto. En Panamá se deben tomar en cuenta las opiniones heterogéneas, para marchar hacia una verdadera y genuina democracia. |