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El mundo contemporáneo y las relaciones internacionales no admiten entidades de seguridad pública sin la formación profesional adecuada para el desarrollo de las corporaciones democráticas.
La era de cuerpos policiales o ejércitos represores, considerados más como organismos coercitivos en lugar de protectores, ha quedado relegada a las crónicas y a los libros de historia.
Nuestro país, acorde a la civilidad y a las reglas de convivencia modernas, ha estructurado, dentro del organigrama de la Policía Nacional, un centro de formación integral de oficiales, donde unidades de este grupo de seguridad, no sólo adquieren la responsabilidad jerárquica de conducir a unidades a su cargo en la lucha contra la delincuencia, sino que reciben preparación en materia de derechos humanos, libertades individuales y asuntos legales.
La Escuela de Oficiales Doctor Justo Arosemena, ha preparado a las nuevas generaciones de policías, cuyo propósito fundamental es la seguridad ciudadana y territorial en un marco de democracia y libertad.
A partir de la historia reciente de nuestro país iniciada en 1990, se han establecido diferencias notables al hacerse las comparaciones con las antiguas estructuras policiales militarizadas dedicadas a menesteres ajenos a sus verdaderas responsabilidades.
Los nuevos oficiales son afectos al respeto, a la consideración de los intereses de la colectividad y a la protección de la integridad de los asociados, todo esto bajo un marco de integración y subordinación a las autoridades civiles formalmente escogidas por el pueblo.
Como líderes grupales, los oficiales modernos de nuestra Policía Nacional, han llevado a cabo una labor extraordinaria en la lucha contra las actividades marginales, logrando alcanzar niveles de seguridad inéditos en la nueva época de nuestra democracia. |
