Viernes 13 de nov. de 1998

 








 

 


EDITORIAL
El oficio más peligroso del mundo: periodista

Las estadísticas mundiales destacan que el ser periodista es el oficio más peligroso del mundo. En los cinco continentes son los comunicadores los primeros en caer por los riesgos de su profesión, pero los valientes soldados de la pluma, aun a riesgo de sus vidas, cumplen con la sagrada iniciativa de informar porque el verdadero periodista lleva la profesión en la sangre.

Uno de los mejores ejemplos lo dio el bardo Gaspar Octavio Hernández el 13 de noviembre de 1918, quien falleció sobre su máquina de escribir cuando fustigaba a los comerciantes de la Avenida Central por no hacer buen uso de los símbolos patrios. Si el aeda estuviera vivo, sufriría un nuevo síncope al ver cómo atentan contra la nacionalidad panameña los que promueven los llamados "días puente" que sólo benefician a una reducida parte del comercio local.

Casi en los umbrales de un nuevo milenio los periodistas han sido firmes baluartes de las luchas por la soberanía y la dignidad patriótica. Y por eso hemos sido perseguidos por no adoptar una actitud genuflexa contra las políticas neoliberales que incluyen las privatizaciones que despojan al Estado de sus bienes más rentables.

El periodista actual, más formado académicamente y dueño de una mayor sensibilidad social, no es ajeno a los cambios de la globalización, pero demanda también un perfil más humano porque no siempre el progreso económico es sinónimo de bienestar. En razón de ello, los periodistas emplazamos a aquéllos que no interpretan las demandas de sus pueblos y deliran con regímenes autocráticos, nostálgicos del brillo opaco de cuarteles y espadas vírgenes, pero con un alto concepto de la represión.

El periodista ha estado presente en el desarrollo que ha traído un alpinismo generacional levantando siempre en alto el estandarte de la libertad de expresión. Y esa es su mejor arma. El derecho de decir lo que se siente y el derecho de disentir.

En el Día del Periodista panameño, saludamos a todos los comunicadores sociales con la exhortación de ser cada vez mejores profesionales. El ejemplo del autor del "Canto a la bandera" es inspiración para ser comunicadores que tengan como norte la eficiencia y honradez. Pero algo muy importante es inyectarse la mística de orgullo profesional, ese que no derrumban las dictaduras ni lo seducen los cantos de sirena de políticos oportunistas que creen que el periodista es un instrumento.

Honremos la profesión que hemos escogido y seamos profesionales en todo el sentido de la palabra. Esas jornadas de valía nos darán una fragua de honor, justicia y libertad.

 

 

 

 


 

AYER GRAFICO
Romería a la tumba del insigne escritor y periodista don Ignacio de J. Valdés (Nacho).


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, maté al águila arpía.


OPINIONES



 

 

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