La final tuvo colorido, son y sabor, con hinchadas que se entregaron hasta más no poder, para apoyar a sus equipos.
Los del San Francisco festejaron desde el arranque con el gol de Manuel Torres. La tribuna roja quería explotar de alegría.. de emoción por el gol tempranero.
Veragüense no se quedó atrás en sus gritos y cánticos. Unos pedían el gol.. otros abucheaban hasta más no poder las decisiones del referí y otros se comían las uñas al ver que el gol no llegaba.
Cerca de 8 mil fanáticos acudieron al Rommel Fernández para vivir la fiesta del fútbol nacional. La noche terminó con el 2-0 para el San Francisco y las dos aficiones abandonaron sin problemas el Rommel Fernández.
Los de los monjes para celebrar y los de Veraguas para llorar, para desahogar sus penas y resignarse a la próxima temporada.
Fue una final refrescante, distinta, llena de emoción y afición.