lunes 8 de noviembre de 2004

 

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  ECONOMIA

PROSTITUCION: TRAVESTIS SE TOMAN LAS CALLES TODAS LAS NOCHES
Supervivencia nocturna en la 4 de Julio
Sus pechos grandes, cabellos largos y esbeltos cuerpos atraen las miradas. Con cartera en mano y altos tacones, los "travestis" se pasean de esquina a esquina, listos para atender al cliente que solicite sus servicios.

Yessica Miranda | Cr�tica en L�nea

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En el día, la 4 de julio pertenece a los peatones, el comercio y el tráfico. De noche, a los trabajadores (as) del sexo.

Una prostituta flaca y morena trota las calles de la 4 de julio. Un hombre en la esquina se acaricia sus partes y le grita: "�Oye mami!, �cuánto me cobras por un cromado?" (uno de tantos términos que se utilizan popularmente para identificar el sexo oral).

Esa es una de las bienvenidas que reciben cada noche, los travestis que ejercen uno de los negocios más antiguos del mundo: la prostitución.

Distinguirlos de una mujer normal, no es fácil. "Crítica", conversó con ellos (as) y por momentos compartimos la acera de su trabajo.

Esperábamos un trato reseco; pero para nuestra sorpresa fuimos acogidos, y sin ningún problema escuchamos hasta las ofertas que reciben de sus clientes.

Carros con vidrios ahumados, se paran a cada instante, sin demorar más de tres minutos, desde el interior se escucha la tarifa que los clientes están dispuestos a pagar. De repente, un travesti se sube a un auto. Su tarifa oscila de 10 a 30 balboas por brindar el servicio sexual.

Este trabajo, aparte de no ser bien remunerado, pone en peligro sus vidas. Todas las noches depende de la suerte para no encontrarse con un depravado sexual o para escapar de la Policía, porque la prostitución en Panamá es ilegal y pueden terminar en la cárcel.

Eran las 10:30 pm cuando observamos a "Yessenia", nombre ficticio de un travesti que estaba parado junto a otro que prefirió no dar su nombre. Estaban preparados para una ardua noche.

El (ella) nos contó que no sale todos los días. Prefiere hacerlo un día si y otro no, para evitar el desgaste físico y encontrarse lo menos posible con la "Chota". "Se dan noche buenas y malas, pero a diario esperamos a ver qué cae" dijo con tono de preocupación.

"En una ocasión tuve relaciones sexuales con un hombre y después de complacerlo en todo, me pagó con un billete falso. Yo que pensaba que con los B/.50 iba a ser el supermercado y quedarme tranquilita, pero me engañó".

Los travestis consultados parecían estar contentos con su forma de ser, pero preferirían trabajar en otro lugar y que las autoridades le dieran algún tipo de solución. Además prefieren que su familia no sepan a qué se dedican.

En medio de la entrevista, un grupo de travestis corrió hacia los edificios a esconderse. Era la Policía que pasaba por el área. El ambiente se puso tenso, pero sólo eran una patrulla que transitaba por el sector.

Nos cuentan que hay policías que los dejan hacer su trabajo, pero hay otros que nos los pueden ni ver, porque los quieren recoger.

"Yamani", con 3 años de trabajar en la 4 de Julio, dijo que estudia para salir de las calles.

Los travestis dicen que hasta los han abandonado en Cerro Patacón, en los Corredores y despojados de sus pelucas, zapatos y demás pertenencias.

Con ojos maquillados y fuertes carmines en los labios, los travestis de la 4 de Julio se abren paso todas las noches para ganarse el sustento diario, de una forma que pocos aceptan, pero que muchos conocen.

En el día, la 4 de julio pertenece a los peatones, el comercio y el tráfico. De noche, a los trabajadores (as) del sexo.

 

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