Hoy la historia de los Estados Unidos de América y quizás la del resto del mundo, puede cambiar al finalizar esta noche. Barack "Barry" Obama, un ex jugador de baloncesto de la Punahou Academy y egresado de Harvard, puede convertirse en el primer presidente negro de ganar los comicios en Norteamérica, si es que no ocurre algún escandaloso fraude en los conteos como ocurrió hace ocho años en Florida, o en Ohio en 2004.
Este hombre de etnia afroamericana y 47 años, también está a punto de hacer cumplir una vieja promesa hecha hace 143 años a los hombres de raza negra, que fueron liberados en plena Guerra Civil Norteamericana.
El 1 de enero de 1863, el entonces presidente Abraham Lincoln proclamó la emancipación de los esclavos sureños. Decía el presidente (el mismo que usted ve en los billetes de cinco dólares y en los centavos), que un país que se jactaba de ser la cuna de la democracia y la libertad, no podía tolerar las barreras raciales.
"Que esta nación vea un nuevo nacimiento de la libertad, que el Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no perezca de la faz de la Tierra", afirmaba Lincoln.
La previsible victoria de Obama en las elecciones norteamericanas, saldaría la promesa hecha por Lincoln.
La tan cacareada supremacía blanca anglosajona, que aún persiste en la mente de algunos retrógrados políticos conservadores en Washington, está a punto de sufrir un duro golpe, que bien puede encaminar a Estados Unidos a la senda correcta de la vigencia de los derechos civiles, en especial tras el sacrificio que los afroamericanos y los latinos han hecho por la Unión Americana.
Si Obama gana, los norteamericanos dejarían atrás las páginas amargas en que quedó demostrada las profundas diferencias raciales e ideológicas en la mayor potencia mundial. Sobre todo, la muerte de grandes dirigentes afroamericanos a manos de extremistas blancos y cuyas muertes nunca se resolvieron.
Tal es el caso de Malcolm X, acribillado en 1965 durante un discurso en Nueva York, y el vil asesinato de Martin Luther King, ocurrido en Tennesse allá por 1968.
David Mendell, un cronista del diario Chicago Tribune, cubrió la campaña de Obama y su arrollador éxito electoral hasta esta fecha. En su obra titulada "Obama, from Promise to Power", hay una foto curiosa tomada por un reportero gráfico de Associated Press.
El senador de Illinois aparece hablando con Mendell, flaqueado por un retrato de Abraham Lincoln. Es decir, que el mismo Obama cree desde el principio que él cumpliría la promesa de aquel prócer norteamericano, también asesinado por un racista blanco en 1865.
Un presidente demócrata, perteneciente a una minoría de 37,5 millones de personas, de seguro tendrá una mentalidad abierta para resolver el grave problema de la inmigración en Estados Unidos, un tema sensitivo utilizado por el actual gobierno republicano para exigir la expulsión de más de 12 millones de ilegales latinoamericanos.
Igual, de ganar Obama, es posible que las relaciones con América Latina den un giro positivo en muchos aspectos..
En Panamá, esperamos que así sea, pese a las pocas expectativas que ha generado aquí los comicios presidenciales en EE.UU.