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CUARTILLAS
Tres
 
Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
Esa noche casi no durmió Manuel. Tenía la mente llena de ideas y ansiedades. Como una película de televisión, circulaban por su cerebro numerosas escenas, y en muchas de ellas él era el héroe, el personaje principal. Manuel tenía un humilde empleo de portero en una oficina pública. Se lo consiguió su padre por vieja amistad con el patrón. Apenas saliendo de la adolescencia, este sencillo hijo de las llamadas clases bajas panameñas, tuvo que trabajar para ayudar a mantener el hogar. Como su educación estaba incompleta, varios le aconsejaron que por lo menos terminara en una escuela nocturna el Perito Mercantil. A regañadientes lo hizo, pero sus notas no eran buenas, pues no le ponía empeño al estudio. Sin embargo, Manuel terminó sus estudios secundarios gracias... ¡a la banda del colegio! El brillante uniforme, la llamativa gorra tipo militar, las lustrosas botas, daban una imagen rutilante al humilde portero. Y lo llenaban de sueños. Por eso, al aproximarse las fiestas patrias, Manuel entraba en una especie de "sopor". Sólo pensaba en su uniforme, su corneta, en el desfile y las muchachas que lo admirarían. Varias veces me pregunté si Manuel comprendía el significado del tres de noviembre, cuando desfilaba muy gallardo por las calles. Como él seguramente muchos jóvenes no captan el amor a la Patria, el orgullo de ser panameño, la dicha de la soberanía y otros ingredientes que afloran en esta época patriótica. A la Patria no se le honra solamente marchando una vez al año, al son de bandas que muchas veces interpretan música guerrera o malos arreglos de piezas de regué. Espero que en escuelas y colegios se le promueva a nuestra juventud el amor a la Patria; se les informa sobre nuestra historia, el papel que juega Panamá en el consorcio de países del mundo, sobre todo en esta era de globalización. La Patria sufre cuando sus hijos la ensucian, roban, sobornan, caen en la corrupción, dejan de producir lo necesario para vivir bien, consumen drogas, no estudian y se pierde el tiempo en tonterías. Patria hay que hacerla todos los días con buenas acciones, dando ejemplo de respeto a los valores cívicos y morales; alejándose de la politiquería para solucionar los urgentes problemas que sufre el pueblo. Cuando uno está en el exterior es que siente más profundamente el amor a este país pequeño, pero bellaco, como dicen en Chitré. Al viajar por enormes ciudades, llenas de historia y bellezas, comprendemos la "cabanga" que sufrió Ricardo Miró, y que dio origen a su hermosa pieza poética "Patria". Ahora que Panamá, dentro de pocos días se hará cargo de administrar y manejar el Canal, ojalá la Patria esté por encima de los intereses politiqueros y personales de unos cuantos. Panamá es "pro mundi beneficio", tal vez por eso ya sufre la inundación de facinerosos extranjeros, quienes llenan nuestras calles con la sangre de ejecuciones y venganzas, por culpa del narcotráfico y la deshonestidad. En estos momentos en que los países poderosos quieren destruir las fronteras, para extender a todo el mundo sus negocios, es necesario consolidar el sentimiento patriótico, para no perder nuestra identidad. Que nuestra juventud comprenda que la Patria no es un pedazo de tela, ni unas estrofas de un himno o una canción. Es un compromiso que se lleva dentro del corazón, y que significa mucho más que marchar una vez al año en noviembre. Como si fueran las tablas de aritmética que aprendí en la niñez, así hay que inculcarle a esta juventud el sentimiento patriótico, y el espíritu tan nacionalista, para que la generación del dos mil cumpla a cabalidad su papel progresista y transformador.
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