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MENSAJE
Solidaridad en la muerte
Hermano Pablo
Pedro Pareja Silva fue uno de los m�s notorios delincuentes en Bogot�, Colombia. Su especialidad eran los asaltos a los bancos. Un d�a en que se enfrent� a tiros con los representantes de la ley, Pareja Silva cay� fulminado por una bala. Velaron y sepultaron su cad�ver en uno de los cementerios de la ciudad. Una semana despu�s, la joven viuda, Lucy Neira de Pareja, fue a visitar la tumba de su esposo, acompa�ada de su hijito de cuatro a�os de edad. All� la se�ora cumpli� con un juramento de amor. Dio de beber al ni�o un poderoso veneno y, acto seguido, ella tambi�n bebi� una fuerte dosis. Ambos, la madre y el ni�o, cayeron muertos sobre la tumba del que fuera esposo y padre. La familia estaba reunida en el reino de las sombras y bajo el signo de la condenaci�n. He aqu� un caso de conmovedora solidaridad de una mujer con su esposo. Lucy no pod�a soportar la vida lejos de su esposo, al cual hab�a amado intensamente. Cuando el hombre lleg� al fin de su vida, ella decidi� seguirlo al mundo desconocido de la muerte. No obstante, es un caso de solidaridad equivocada. La esposa no ten�a por qu� seguir a su marido en el camino fatal desde donde no se vuelve, y mucho menos por qu� seguir su destino de condenaci�n eterna. Debe haber amor, lealtad y unidad hasta el sacrificio entre marido y mujer, porque esa es la ley divina; pero cada uno de nosotros tiene un alma eterna, y debe dar raz�n a Dios de s�. Lucy de Pareja no tendr� nada que decir ante el Juez eterno para justificar el asesinato de su inocente hijito ni su propio suicidio. Podemos tener grandes amores y grandes lealtades en esta vida, pero el amor m�s grande, la fidelidad mayor y la lealtad m�s profunda se la debemos al Creador, Salvador y Se�or nuestro. Es por Cristo, �nicamente por Cristo, por quien debemos fidelidad hasta la muerte, y hasta m�s all� de la muerte.
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