CUARTILLAS
Infantes
 
Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
Tengo por costumbre académica llevar a mis alumnos de Periodismo a conocer lugares que "son noticias" de la comunidad panameña. Entre ellos está Viejo Veranillo, vieja comunidad pobre ubicada frente a la Universidad, en terrenos que le pertenecían. El sol estaba como si fuera verano, esa mañana del jueves veintitrés de septiembre. Los alumnos iban curiosos y hasta algo nerviosos, porque no conocían el lugar. Ya habían recibido instrucciones sobre cómo hacer su tarea y poco a poco fueron adentrándose por entre las veredas (ahora de concreto), de esta antigua barriada de emergencia. Debo confesar que en los veinte años que tengo de visitar una vez al año el lugar, los cambios son evidentes, aunque la pobreza continúa. Con su propio esfuerzo y dinero, la comunidad organizada ha construido veredas de concreto. Terminaron así los resbalones que sufrían los que transitaban por ellas después de las lluvias. Las viviendas también han mejorado en Viejo Veranillo. Antes, no se veía casi por ningún lado las paredes de bloques. Ahora se nota el afán de mejorar sus humildes casas, reemplazando las paredes de cartón, tabla y cinc, por bloques de cemento. Creo que la gente también ha cambiado. Años atrás veían a los estudiantes y su profesor con cierto recelo. Algunos se molestaban por las preguntas de los pichones de periodistas. En más de una ocasión se aparecieron las autoridades de la barriada, para saber quiénes éramos nosotros y qué hacíamos allí. Les dije a los alumnos que el peor sector de la barriada era el conocido como Colombia. Es notorio que en este sitio estaban antes las peores casas, y se hablaba de una población "flotante" de extranjeros, algunos de ellos ligados a las drogas y otras actividades delictivas. Aunque nos dijeron "a baja voz" que por las noches hay comercio de drogas, el sector "Colombia" se nota con casas de bloques, bastante limpio y cuenta con un campo de juego en buenas condiciones. Terminando la visita, un avispado estudiante me informó que iría a conocer "algo bueno" de la comunidad: la organización "Infantes", que ayuda a los niños a alejarse de los peligros de la calle. Recordé haber visto en las últimas semanas a decenas de niños humildes, con alcancías, pidiendo plata en algunos semáforos. Todos llevan una camiseta azul fuerte, con el nombre "Infantes". Quise conocer qué significaba esta organización. En una oficina bastante bien instalada para la pobreza de Viejo Veranillo, fuimos atendidos por Abel Eduardo Saavedra, presidente y apoderado legal de la organización Hermanos Evangélicos Búfalo, que desde hace dos meses desarrolla el proyecto de los niños recolectando dinero. Dice Saavedra que cuenta con cuatro ayudantes y atienden a 52 niños, quienes reciben charlas de orientación, religión, disciplina, orden, etc. Los niños mayores de diez años han tenido que pedir dinero, porque la organización no cuenta con auxilio ni plata para funcionar. La mitad de lo que recogen los niños al día es para la organización y la otra para ellos. Yo me callé para no alegar que pensaba que se estaba "legalizando la mendicidad". Suavemente comenté que no daba ni un real a niños que pedían dinero, por más camisetas y carnets de identidad que tuvieran. Afirmó Saavedra que muchas madres del lugar los respaldan, porque están ayudando a disciplinar a sus niños. "Antes un niño llegaba después de las nueve a su casa, y ahora con los Infantes llega a las seis, lo que agrada mucho a su madre", indicó Abel Saavedra para justificar el éxito del programa. Guardo mis dudas sobre eso de poner a niños a pedir dinero para luego repartírselos con la organización. Pero comprendo que hay que hacer algo por la niñez desvalida panameña. Ojalá empresarios y millonarios panameños apoyen esta iniciativa. Recuerden que las donaciones pueden deducirse de los impuestos.
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