Jueves 29 de oct. de 1998

 








 

 


FAMILIA
La producción de cocaína en países suramericanos

James A. Inciardi

En Ecuador hay tierras altas a ambos lados del ecuador y zonas adyacentes a Guayaquil, la ciudad más grande de la nación. En el sudeste de Colombia está el vasto y virtualmente deshabitado territorio amazónico, y hay plantaciones en Asia Oriental, Bali y el Caribe.

En estas regiones, en unas 250.000 hectáreas de campos dispersos, los campesinos cultivan coca. Se producen más de 200.000 toneladas métricas de hojas anualmente y la mayoría de la producción se da en Bolivia y Perú.

La producción de la cocaína empieza con las hojas de coca. En los invernaderos naturales de Chapare, El Alto Huallaga y en las colinas tropicales y tierras bajas igualmente abandonadas, hay plantadas prolijas filas de Erythroxlum coca Lam. En momentos de cosecha, las hojas se recogen cuidadosamente, se secan y se amontonan para que las lleven correos que las transportan a los laboratorios clandestinos de procesamiento. En el Alto Huallaga del Perú, los laboratorios generalmente están cerca, pero en el Chapare boliviano a menudo los correos deben llevar sus cargas a través de cientos de kilómetros de senderos hata el Beni, una provincia selvática y con sabana del tamaño de Kansas, si carreteras pavimentadas y pocos caminos de cualquier tipo.

En las refinerías de la selva se venden las hojas por unos pocos dólares el kilo. Entonces se pulverizan, se empapan en alcohol en benzol (un derivado del petróleo utilizado en la fabricación de combustible para vehículos, detergentes e insecticidas) y se sacuden. Entonces se seca la mezcla de alcohol-benzol, se le agrega ácido sulfúrico y la solución vuelve a sacudirse. A continuación, se forma un precipitado cuando se le agrega carbonato de sodio a la solución. Cuando se lo lava con kerosene y se lo enfría, se dejan de lado los cristales de cocaína cruda. A estos cristales se los conoce como pasta de coca. El contenido de cocaína de las hojas es relativamente bajo, entre 0.5% 1% por peso, frente a la pasta, que tiene una concentración de cocaína que llega hasta el 90%.

De los campos de coca y de las refinerías, la carretera de la cocaína lleva a la Amazonia, una tierra de superlativos y el rasgo aislado geográfico más grande de América del Sur. La Amazonia, conocida mundialmente como Amazonas, es un río, un valle y una selva tropical. El río empieza en la parte elevada de los Andes peruanos y se extiende más de 8.000 kilómetros a lo largo del ecuador hacia el Océano Atlántico. Tomando su fuerza inicial de cientos de pequeños arroyos montañosos, corre a través de abruptas gargantas y eventualmente se abre en una corriente de dos kilómetros de ancho en el norte del Perú. El Amazonas también está alimentado por 200 importantes afluentes, 17 de los cuales tienen más de 2.000 km. de largo. En ciertos puntos a lo largo de su curso en el Brasil, el río tiene varios cientos de pies de profundidad y a menudo más de catorce kilómetros de ancho. Cuando finalmente llega al Océano Atlántico, el río descarga 1 millón de litros de agua por minuto, manchando el mar con cieno marrón por 300 km. El valle del río y la selva tropical cubren 2.5 millones de millas cuadradas del Brasil, Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Surinam y Guyana. Si fuera un país, la Amazonia sería el noveno del mundo, más de la mitad del tamaño de Estados Unidos. Imposible de patrullar y sin embargo cerca de ciudades estrechamente vinculadas con el mundo exterior, la Amazonia ofrece un potencial casi ilimitado como base para drogas.

 

 

 


 

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