Walberto De La Guardia, de 63 años, y César Augusto Prado, de 48, fueron ejecutados y sus cadáveres lanzados en la vía que conduce al puente Centenario. Ambos estaban amordazados y tenían manos y pies atados.
Los ejecutados supuestamente murieron por asfixia por estrangulación. Las víctimas residían en Carrasquilla y se dedicaban a la venta de prendas de oro.