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Es probable que esta felicidad y buena alimentación sólo sea por unos días, pero la señora Ruiz y sus hijos lo consideraron la bendición más grande que hayan recibido.  |
"Gracias, Dios mío", no los esperábamos, es una bendición, estas fueron algunas de las palabras de la señora Edith Ruiz, madre de cuatro jóvenes discapacitados que sufren de epilepsia, al vernos llegar con la donación que de manera desinteresada y humilde hizo una pareja de la ciudad capital, al ver las necesidades que confronta la familia de esta comunidad rural.
Al llegar a esta humilde residencia, ubicada en la comunidad de los Pérez en Santa Rita de Antón, observamos igual situación a la de hace algunos meses cuando los visitamos para hacer un reportaje del triste caso que viven, parece que la familia conservaba igual o peor estado, sin alimentos, sin camas, pero sobre todo ya, sin esperanzas.
EL CASO DE DOÑA EDITH
La señora Edith Ruiz de casi 50 años de edad, se enfrenta desde hace muchos años a su triste realidad, tuvo ocho hijos de los que cuatro confrontan actualmente problemas de discapacidad aunado a epilepsias que los mantiene en peligro de muerte. Ella vive con estos cuatro hijos, pues los otros decidieron hacer sus vidas aparte y no pueden lamentablemente ayudarla, porque la situación económica de ellos es igual o peor.
Sin embargo, esta situación de la señora Ruiz no ha sido obstáculo para seguir adelante junto a sus cuatro hijos que aunque ya tienen 35, 29, 23 y 19 años de edad, parecen ser niños a los que hay que atender y alimentar.
El caso de Donis Javier Arquiñes es el más grave, pues sufre de un grado elevado de discapacidad, casi no se mueve, pero sobre todo le da epilepsia, lo que puede causarle en cualquier momento la muerte.
Su madre los ayuda, al igual que ellos a ella en lo poco que pueden, ya que dos de ellos la acompañan al monte a trabajar la agricultura, mientras que uno se queda cuidando a Donis en lo que puede, ya que él también enfrenta esta desconocida enfermedad.
LA HISTORIA CAMBIA
Hace algunos meses visitamos a esta familia, pues se nos informó de sus problemas, y fuimos a conocer el problema y en el abandono en que viven. A pesar de esto, la señora Edith se mostró desalentada en aquella oportunidad, pues según ella ya la habían entrevistado antes y los políticos la visitaban sólo para pedirle votos y ver a sus hijos enfermos, sin recibir una ayuda, "perdí ya la esperanza" decía con lágrimas en sus hijos, pues la mayoría de los días no tiene qué darle de comer a sus hijos y de las medicinas ni hablar, ya ni las conocen.
Sin embargo, gracias a la colaboración y buen corazón de una sencilla señora y su esposo, quienes residen en la ciudad capital, la historia de esta familia cambia en gran parte, pues además de apoyarlos con donaciones de alimentos, ropa, silla de ruedas, camas, colchones y sábanas, le devolvieron la esperanza de vida.
A pesar de que esta generosa familia de la ciudad capital, no quiso revelar su nombre, la señora Edith y sus hijos agradecen a Dios el que aún existan personas generosas de corazón en humilde y capaces de compartir con los que más lo necesitan.
No fue fácil el llegar con las donaciones a la residencia de la familia Ruiz, ya que lamentablemente algunos políticos sólo recuerdan a estas personas en tiempos de elección popular y fue difícil conseguir un transporte.
Afortunadamente el Comandante de la Compañía de Bomberos de Penonomé, apoyó en esta obra de caridad, pues tenía una gira de trabajo a la ciudad capital y se aprovechó el viaje para trasladar parte de la donación.
Posteriormente como el llevar esta donación fue unaOdisea, recibimos ayuda del joven Omar Oses junto a los estudiantes Alexander Ibarra y Guillermo Ibarra, quien en el vehículo trasladaron la donación que gracias a Dios llegó a su fin destinado, la residencia de la familia Ruiz, donde el asombro fue único y las miradas reflejadoras de un "alguien se acordó de nosotros".
La familia Ruiz recibió una gran ayuda, y nuestro equipo compartió este momento, ya que los rostros que reflejaban dolor por la enfermedad que padecen estos jóvenes se convertía en alegría al ver tantos alimentos juntos, que quizá antes no tuvieron oportunidad de ver.
Al ver las camas y colchones con nuevas sábanas que les llegaban, su emoción fue tan grande que decidieron acostarse a dormir más temprano de lo usual, era un momento especial y la pregunta era sólo una "quién es esa gente tan buena que nos ayuda y por qué". |