Un ejemplo: una persona entra a trabajar en cualquier oficina privada de la capital o el interior. En ese lugar, le enseñan lo básico para que se desempeñe y haga su trabajo medianamente bien. Nuestro personaje aprende lo necesario, y ahí quedó todo. Si es aseador, no se preocupa por aprender a usar la central telefónica; si es recepcionista, ni se inmuta en aprender algo de computadoras. Si se trata de un conductor, por nada del mundo le hace para conocer algo de mecánica ¡o ventas!
Es decir: nos conformamos con lo mínimo. Incluso hay quienes se niegan a aprender una técnica nueva, que tal vez nada tenga que ver con su oficio en ese momento, por una razón tonta: para que sus jefes no les impongan más trabajo del que ya tienen... tal vez por la misma plata.
Y es así como nos quedamos estancados, sin aprender nada nuevo, haciendo lo mismo en un trabajo por muchos años, sin aspirar a más, sin interesarnos por convertirnos en seres útiles en varias áreas. En la medida que nos superemos a nosotros mismos, que seamos trabajadores excepcionales, que aprendemos con rapidez todo lo que nos compete y mucho más, en esa misma medida las puertas del futuro se abrirán para nosotros. |