Aunque no precisa mantenimiento, sí que es necesario conocer algunos detalles sobre su funcionamiento. La idea de instalar una bolsa plegada en el volante y la guantera del vehículo que se infle en el momento del accidente comienza a desarrollarse en los años 60 con un sistema que accionaba una botella de aire comprimido.
El principal problema por entonces era su lentitud. El impacto de los viajeros con el salpicadero del vehículo tiene lugar en las primeras cien milésimas de segundo y el sistema de inflado debía ser inmediato.
Así se llegó al sistema actual, en el que un cartucho pirotécnico explota en el momento del accidente liberando repentinamente una mezcla de nitrógeno y oxígeno para llenar la bolsa. Pero, ¿Cómo se detecta el momento de la colisión?
La respuesta está en la electrónica. Un sensor detecta las deceleraciones del vehículo. Si es muy brusca manda una señal eléctrica que hace explotar el cartucho pirotécnico. Para prevenir un corte de electricidad provocado por el impacto, dispone de un condensador que guarda la energía suficiente para activarlo.
A mediados de los ochenta los automóviles de lujo lo introducían como opción. Diez años después llegaba a los vehículos más económicos y en la actualidad no se concibe un coche que no disponga de, por lo menos, dos airbag para el conductor y el acompañante. En la gama alta encontramos hasta una docena de airbag en ventanillas, asientos y cabezales que, literalmente, convierten el interior en una mullida burbuja de aire en caso de accidente. Los airbag son ahora más efectivos. |