"Quise suicidarme, pero un ángel me tocó". Mi hijo estaba muy enfermo y yo estaba dentro de una pandilla que para muchos era el Robin Hood panameño", dijo el entrevistado.
Esa es la historia del pastor Abel Pacheco, quien ha sido puesto en duda en múltiples ocasiones, pero hay que reconocer que tiene más de 20 años bajo la palabra de Dios.
El relató que antes de ser tocado por un siervo del Señor metió tiro y fornicaba, como cualquier promiscuo contemporáneo.
Hoy, bajo el mando de más de 20 personas, quienes en gran medida dependen de las donaciones que el panameño común ofrezca solidariamente a los más necesitados.
En la Casa del Alfarero, ubicada en Alcalde Díaz, día a día predica Pacheco a los enfermos, drogadictos y demás marginados que allí se encuentran.
Pero, esa no es la mayor batalla que tendrá que librar. Por el contrario es la más endeble como él lo ha definido. La actual situación económica del lugar es difícil por un proceso legal de lanzamiento.
Pacheco explicó que en la corregiduría de Alcalde Díaz se llevaba acabo una disputa con los propietarios del terreno donde está ubicada la Casa del Alfarero.
Recalcó que su contraparte y auténticos dueños de las instalaciones de la Casa del Alfarero, quieren que devuelvan esas infraestructuras porque desean vender.
Casi el 85 por ciento de la población es de Colón y aunque reciben B/.250.00 mensuales de la Alcaldía de Colón, ese dinero no es suficiente.
El pastor está convencido que con la ayuda de Dios la Casa del Alfarero continuará abierta para todos aquellos desposeídos.
Por otra, se quiso contactar a los dueños o lograr una comunicación con la corregiduría, pero resultó infructuoso.
POBLACIóN A LA QUE ASISTEN
Casi el 85 por ciento de la población que asiste al albergue es de Colón y recibe B/.250.00 mensuales de la Alcaldía de Colón.