La reflexión que hace el Santo Padre y que hoy este medio y PRO-FE te regalan, te ayudará a valorar, con mayor piedad la recitación del Santo Rosario.
El evangelista Lucas cuenta que María “se turbó” al oír las palabras del arcángel Gabriel en la Anunciación, “preguntándose qué saludo era aquél”.
Estas reflexiones de María constituyen el primer modelo del rezo del rosario. Esta es la oración de aquellos que aprecian el saludo del ángel a María. Las personas que rezan el rosario hacen suyos el pensamiento y el corazón de María y, a través de la recitación, meditan “qué sentido tiene este saludo”.
En primer lugar, repiten las palabras dirigidas a María por Dios mismo a través de su mensajero. Los que aprecian el saludo del ángel a María repiten las palabras que provienen de Dios. En el rezo del rosario, recitamos repetidamente tales palabras. No se trata de una repetición mecánica y simplista. Las palabras dirigidas a María por Dios y pronunciadas por el mensajero divino encierran un contenido inescrutable.
“Alégrate, favorecida, el Señor está contigo» (Lc 1,28), “bendita tú entre las mujeres” (Lc 1, 42). Su contenido está estrechamente ligado al misterio de la redención. Las palabras del saludo del ángel a María nos introducen en este misterio y, al mismo tiempo, encuentran en él su explicación.
En el libro del Génesis Dios anuncia por primera vez el misterio de la redención. Por primera vez da a conocer su acción en la historia futura del hombre y del mundo. Efectivamente, dice el Creador al tentador, oculto bajo el disfraz de serpiente: “Pongo hostilidad entre tí y la mujer, entre tu linaje y el suyo: él herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón”. |