Sólo la pasión que despiertan las carreras de caballos es capaz de explicar que en rincones del mundo como Trinidad y Tobago, con 1.300.000 habitantes, se interesen por importar ejemplares. Menos llamativo es, desde luego, que allí piensen en la Argentina, uno de los cinco primeros productores, cuando se trata de buscar calidad.
Ese flujo era normal hasta hace 40 años y, ahora, las autoridades hípicas intentan reflotarlo, una vez que se cumplan ciertos requisitos, como el de que nuestro país tenga un sector de cuarentena para exportación, para aislar los caballos antes de ser embarcados.
David Loregnard, secretario de la Trinidad & Tobago Racing Authority, y David Kangaloo, veterinario del Ministerio de Agricultura, fueron recibidos en los haras De La Pomme y Vacación la semana última, y La Nación fue testigo de la visita a la primera de esas cabañas.
"Es increíble", dijo Loregnard cuando se le pidió su opinión sobre el sitio en el que fueron criados Gentlemen y Asidero, y luego de recorrer no sólo los sectores de cría, sino también la pista de vareo, donde observó ejercicios de los caballos en entrenamiento y de los productos. |